sábado, 8 de agosto de 2009

Con la Frente Marchita

No recuerdo el nombre del gigante que me tragó, más tengo la certeza de que ya me ha vomitado, pues son estos bellos días.
Siempre sobran las palabras, siempre. Un solo hecho vale más que mil de ellas. Pues, estos son los hechos infelizmente hechos palabras.
Ha pasado agua bajo el puente, y si bien nuestro relato nos devuelve irremediablemente a la Belle Costa Rica, el presente continuo nos encuentra hoy en Antigua, Guatemala. Hemos dejado atrás la tierra tica, así como Nicaragua, Honduras y El Salvador son ya parte del pasado para nosotros. ¡Se va la primera!

¡Primera!

Al mirar el mapa, allá en aquellos días de lejanas latitudes australes, veíamos esa manada microscópica de mini países que integran Centroamérica e imaginábamos que los recorreíamos rápido, en un coletazo de hipogrifo. Por supuesto, y según una sana costumbre, nada sucedió como lo esperábamos. Pasamos más de dos meses en suelo Tico, el magnetismo de ese lugar desafía ciertas leyes de la física y de la holometafísica. Ni siquiera puede compararse al de los modernos tomógrafos computados con sus poderosos imanes y sus ruidos extraños. Hemos recorrido más de 3000 km dentro de aquella diminuta cáscara de nuez, y bien valieron la pena todos los pasos que dimos sobre ella, los largos, los cortos, aquellos en falso, los certeros, los de adelantar y también los que nos dieron retorno.

Nos habíamos alejado ¿prudentemente? de los caminos poceados, de profundas huellas, ríos, cráteres, lava volcánica, pendientes exageradas y minas antipersonales. La nave debía contentarse con rodar sobre carreteras parejas, en su mayoría asfaltadas (como peinadas a la gomina), y nos habíamos medio propuesto, empezar a cuidarla un poco, considerando su intransferible responsabilidad de llevarnos sanos y salvos hasta la gélida Alaska. En esta clase de "proyectos" (aclaramos una vez más que no estamos de vacaciones), es importante nunca perder el centro de gravedad, si lo que salimos a hacer es atropellar un oso en Alaska, pues a no entretenerse con nimiedades, luces pirotécnicas y llamativos colores caleidoscópicos de los lados del camino. A por el oso. A por la bestia. A por el mamífero maligno. En tierras costarricences pecamos, olvidamos al gran grizzly, y devolvimos al citro la oportunidad de rememorar sus mejores andanzas, sobre rutas de grandes obstáculos, rocas sueltas, barriales del infierno, y peligro real de abducción extraterrestre (viste Patty, de poco vamos evolucionando) .

La línea roja representa el recorrido de la nave en tierra Tica. Mucha vueltereta para descubrir las maravillas de un país, que nada tiene que envidiar al de Alicia. Hace como mil años atrás, entrábamos a Costa Rica por el sudeste, haciendo pié rápidamente en la cosmopolita Puerto Viejo. Luego, trepamos con ese ya familiar rugido en primera; cerros infinitos, bosques nubosos y montículos de lentos perezosos, para encontrar a la niña Osito Shummy, y el aeropuerto internacional de San José. Ya formado el triunvirato a bordo, regresamos a Puerto Viejo y vagamos por la zona de Limón durante una semana. Pisados esos días, volamos una vez más (por tierra claro está) a la lluviosa San José. Bajamos luego (aunque la palabra es engañosa) de la capital, a la Península de Osa, para lo cual tuvimos que atravesar el desafiante "Cerro de la Muerte", cuyo nombre es un tanto exagerado, pero viene al pelo para dramatizar un poco nuestra ambiciosa gesta. Anclamos, por así decirlo, tres días en el pequeño pueblo aceitero de Sierpe, y de allí, desafiando tanto los pronósticos locales como los foráneos, condujimos nuestro bólido hasta Drake Bay. De allí, viajamos levantando polvo hasta Manuel Antonio, y finalmente volvimos a subir a nuestra querida San José, que demostró una profunda carencia creativa, y nos recibió descargando un fuerte aguacero sobre nuestras cabezas. Abandonando la capital por última vez, nos movimos con la velocidad del rayo a las faldas del imponente volcán Arenal, desde donde, una fuerza extraña nos catapultó a través de más caminos insondables (en realidad más intransitables que insondables) a las hermosas y lejanas tierras de Mal País. Regresando, nos apiadamos el noble cuatrimotor bicilíndrico, que fue puesto en un ferry a Punta Arenas, así nos salteamos la parte mas chunga, y tras rodear el Golfo de Nicoya, aterrizamos en la increíble Tamarindo.

Muchos dicen que así nunca vamos a llegar a Alaska. Llegar vamos a llegar, la pregunta es cuando.

En San José, Citroen nos dio una mano nuevamente y van.... cuatro. Afortunadamente, esta vez no hicieron falta más que algunos retoques de rutina. Regulamos válvulas, cambiamos aceite y arreglamos el arranque al que se le había soltado un cable. Nada grave. Al final, el Citro fue sometido a una buena ducha y listo el pollo. Gracias a los gerentes argentinos, Jefery y la muchachada que dieron una mano desinteresadamente. ¡GRACIAS a que la inmensa mayoría de la gente cree en nosotros y brinda lo mejor que tiene para dar. Sabemos de sobra que nuestro viaje puede significar muy poco para el mundo, pero no podemos perder de vista, que significa MUCHO para nosotros, y para algunos otros también. A esos otros, gratitud eterna y más.

Bien, agarremos desde donde habíamos quedado. Cuando salimos de San José a Península de Osa, imaginábamos bajar tranquilamente por las montañas hasta el nivel del mar. Nadie nos había advertido que para lograrlo tendríamos que superar la altura infinita del "Cerro de la Muerte" y su niebla, precisamente mortal. El motor del Citro rezongaba como de costumbre subiendo y subiendo en primera, mientras autos, bondis, camiones, ciclistas y lisiados en patineta, nos dejaban atrás sin mayor esfuerzo. Si miramos el lado positivo, cuando llegó la niebla mortal, no hizo falta bajar la velocidad. Superamos así los 3451 metros de frías montañas místicas, y extensos robledales que se elevan al cielo entre penumbras y la presencia esquiva del sagrado Quetzal.

El resto del camino hasta el pequeño pueblito de Sierpe fue tranquilo, pero lo realmente difícil estaba aún por llegar.


Y..... si se cae, se cae...

Ya en Sierpe, el único guardia del único y minúsculo destacamento policial, se encargó de buscarnos un lugar donde pasar la noche. Al principio cayó un gringo que nos invitó a su casa. El policía le hizo un interrogatorio tan meticuloso que terminó por auyentarlo y nunca más regresó. No me gustaba –dijo el oficial-. Entonces, se cruzó al bar “Las Vegas”, y cinco minutos más tarde teníamos casa. Lo que nunca supo, es que no solo nos consiguió casa, nos consiguió mucho más que eso. Qué maravilla es sentir esa bondad tan pura de la gente de pueblo adentro. Qué llenos se nos van poniendo los corazones, con cada día que pasamos en este suelo.

Ya era de noche, Walter apuró su cervecita en “Las Vegas”, salió y casi no dijo nada, pegó un cabezazo, arrancamos la nave y empezamos a seguir la huidiza lucecita de su moto que se alejaba hacia el campo. Al llegar a la casa, adivinamos las siluetas del resto de la familia que se agolpaban en la puerta, para pispear quién era la visita. Un niño sale corriendo y nos pide que lo sigamos. En definitiva nos prestaron una cabina para turistas a estrenar, con baño y aire acondicionado, un lujo. Apenas terminamos de ducharnos, ya nos estaban golpeando la puerta para que nos arrimemos a compartir la cena.


Walter, Jamilette y familia, nos recibieron con los brazos abiertos y empezaron a descubrir el velo tras el que se resguardan silenciosas, las infinitas maravillas de la península de Osa. Aquél velo no pertenece a las cosas, pertenece a las gentes.


La metamorfosis es inevitable. Tanto para los lepidópteros, como para las personas. Siempre deviene el ser en algo superior a lo que fue. No hay alternativa en tan profundo cambio.


Tras un par de días con el obligado pinto matinal (arroz y frijoles), los padres de Jamilette, nos invitaron a compartir una jornada de trabajo en su isla-finca, río abajo. ¡Claro que si! Que mejor oportunidad para conocer un poco de la vida campesina de los esteros y sacarnos la espina de navegar a través del manglar. Anteriormente habíamos desistido de tomar un bote que recorre varios kilómetros de río, de Sierpe a Drake ya que su costo se escapaba a nuestras posibilidades. Como siempre, las cosas se resuelven solas. Así fue que navegamos durante una hora río abajo a través del manglar y los laberínticos esteros, hogar de enormes cocodrilos que alternan sus días entre estas aguas dulces y las saladas del mar. Desafortunadamente no alanzamos a ver ninguno. Lo que sí la pesca fue todo un éxito.


Con ochenta y cuatro más iguales, tenemos el almuerzo.
Como era de esperarse el trabajo no fue muy duro. Comimos bastante y más tarde nos fuimos a ayudar a aserrar un árbol que sería el futuro muelle de la isla (pero no lo repitan en voz alta, porque es cosa prohibida. Un claro ejemplo del conflicto de intereses entre los campesinos dueños de la tierra y las autoridades que intentan preservarla sin dar alternativas a sus ocupantes).
La guacamaya hedonista epicúrea, por seguridad, da la espalda y escupe.
"Los mayores obstáculos que se oponen a la felicidad humana son el temor a la muerte y a la ira divina".
María fue nuestra sombra durante los tres o cuatro días que pasamos en Sierpe. Nos inundó con su espontaneidad y su amor a todo bicharraco que camine, se arrastre, nade, flote, vuele, planee, escupa, muerda o se eche panza arriba en esta tierra. María prefiere toda la vida andar encima de un caballo, recorriendo los palmares con su papá, que meterse en un colegio a estudiar. En este caso, créannos, sería lo más sano para todo el mundo. Pero muchas veces queremos cortar con la misma cuchilla a todas las clases de carnes, lo cual resulta tedioso (siendo éste el menos pior de los males) e infructuoso (siendo éste el más pior de los males). María es especial por donde se la mire, pero el mundo moderno aún no ha designado un sitio para ella. O si, pero falta algo para que ambos se junten.
Es indescriptible lo que se siente al recibir inesperadamente, tanto cariño. Estas cosas viven luego en uno, hasta que se extinguen los días. ¡Carajo que vale la pena este viaje!

Finalmente dejamos a nuestra familia en Sierpe y seguimos retrocediendo hacia el sur, con rumbo a Drake. Todavía no sabíamos a ciencia cierta si lograríamos llegar, todo el mundo nos había advertido que el camino estaba horrible y que aún si lográbamos vadear los dos ríos, nunca íbamos a poder trepar las dos grandes pendientes con el Citro. Nosotros conociendo de qué está hecho nuestro bólido y sus capacidades, nos aventuramos a lo ¿imposible?

Efectivamente llegaron los ríos, tras tantear el terreno a pié, arremetimos con la nave con semejante (e innecesaria) furia, que….



Platinos mojados. A los de Fuego les tocó desarmar el frente, al sol el resto. Media hora más tarde estábamos nuevamente en carrera.

Y aparecieron las pendientes nomás. Cuanta verdad había en aquellas palabras. Primera, a fullllllll…… otra vez para atrás. La loma nos escupía y se reía de nosotros, pero jamás, nunca la nave dejó de llevarnos a destino. Abajo la Peque y ¡dale! Primera a full, ¡pa´ arriba! El motor va a reventar, y si no él, nuestros oídos. Trepada suficiente, lo que faltó hasta la cima, a fuerza de quemar embrague. Prueba superada. Llega otra pendiente, peor aún. La nave va para atrás nuevamente. Esta vez, descargamos un poco el baúl, ya que el peso trasero nos roba la preciada tracción y a ¡darrrrrrle en primera! Listo el pollo, ni embrague hizo falta esta vez. Un río más y estábamos en Drake Bay.

Aquí nos esperaba Sebastián, un argentino que viajó seis años en bici a través de Latinoamérica. Así, preguntando llegamos a la casita donde nos esperaba junto a María su esposa y Axel, su niño.


Lo que sí, antes de empezar a intercambiar anécdotas, la nave reclama un poco de cariño tras tan exigente jornada. Primera y única pinchadura desde Lima hasta aquí. De hecho desde Lima en Perú, hasta Bogotá (incluyendo todo Ecuador con visita a la selva y trepada al Chimorazo a 4.800 msnm) ni le habíamos revisado la presión a los neumáticos. Alguna vez iba a tocar. Lo malo es que nuestro único auxilio (abandonamos uno en Quito para reducir peso) es más pequeño que el resto de las ruedas y andar medio rengos por estos caminos no nos hacía ninguna gracia. Además ¿Quién va a arreglar neumáticos aquí? Afortunadamente dimos con una técnica milenaria, le meten un pirincho de brea medio raro y santo remedio, ni hizo falta desarmar la llanta. Aura si.


Dormimos una noche en lo de los chicos y no paramos de hablar de nuestros viajes. A la mañana siguiente cargamos dos mochilas con algo de comida, la carpa y a caminar. Tomamos un sendero que alterna selva con playa durante dos días hasta llegar al solitario Parque Nacional Corcovado. La primer noche acampamos en la playa de San Josecito (supuestamente adquirida hace poco por Mel Gibson), fuego con leña que arrastra el mar, snorkel, y muuuchos monos dando vueltas. Al día siguiente tempranito a caminar, la cantidad de animalejos que vimos en el camino fue espectacular, incluso superó por muerte a los que encontramos dentro del parque. Lo que sucede es que los árboles frutales de los finqueros, son un imán para todos los bichos. Doblemente bueno para nosotros que no cargábamos tanta comida y aprovechábamos los mangos, las toronjas y cuanta fruta encontráramos en la caminata.


Abbey Road.


Ya en el Parque, hicimos un poco de migas con los guardas y más livianos encaramos un sendero que nos llevó a una cascada.

Dolores, la jungla, la cascada, los colores (leer poniendo la voz de Roberto Giordano) ¡Que día Teté!

En el jardín de los hongos hay un duende o dos. No viven en el futuro. No tienen naves espaciales ni argentinos en estado criogénico. No conocen al cerebro fotositético, ni al capitán nacionalista, ni al robot DM10. Lommer Bummer toma a diario tres gotas de ron, el otro se come todos los hongos y le pasa letra a un joven profesor.

Elmo odia a Cohelo.

Flojita la vista desde la carpa...

Y un mono que se cree rope.

Y dos monos que se creen otra clase de mono.

Estando en la panza del gigante escribí un montón de palabras tristes. Muchas eran injustas y se alimentaban un poco de dolor, un poco de frustración, un poco de inexperiencia. Felizmente, el solo escribirlas bastó. No los vamos a someter a “El choclo del siglo” pero en cambio, dejaremos que la genialidad de Alberto exprese exactamente lo que quise decir, con una sencilla frase.

"Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas".
A Hermes no le gustó El Alquimista.

Grandes desafíos (superados) por, los Doctores de Fuego, a lo largo de sus tribulaciones holometafísicas en la citroneta cuántica de polo a polo.

Primero (resuelto con mermelada)
Vencer al leviatán en su elemento. Más allá del filoso, incierto y gris horizonte, hay una bestia de impenetrable armadura acerada. Sus colmillos afilados como dagas, dicen, cortan el ojo de tan solo mirarlos. Espera agazapado, la llegada de los valientes que ganan aguas prohibidas, con barcos prohibidos e intenciones de igual categoría. Su sed es imposible de saciar y su apetito no conoce límites. Nosotros le hemos vencido cargando una Ujarrás en cada mano.
Segundo (tal vez el más inesperado).
Defendernos de lo indefendible.

Lo encontramos en un cafetín. Al momento de hacer contacto visual, supimos íbamos a tener que dar explicaciones. Debemos reconocer que su pregunta fue sincera, clama, llamativamente directa, y hasta se notó un dejo de lucidez en la voz cuando dijo: ¿Por qué? ¿Por qué yo?
Situación incómoda si las hay. La Peque reconoció al instante que no habría palabra que justificara nuestra vil conducta y demostrando astucia maquiavélica, sin decir nada, le pegó un abrazo bien, pero ¡bien juerte! Arturo bajó la guardia al instante, meneó su cabeza para los lados, esbozando una sonrisa y dijo: ¡¡¡Esta chancle!!!
Tercero (y todo lo lejos del glamour que se puede estar)

Bajar este arroz blanco con huevo duro, fermentado en una caminata selvática de tres horas, sin agua. No todo es glamour en americaencitro. ¿Ve Don Fró? Casi, pero no todo.
Habiendo nadado en un río con cocodrilos y sobrevivido al arroz con huevo fermentado, nos dimos por satisfechos y volvimos al campamento base en San Pedrillo, para hacer una última noche y retornar a lo de Seba.
Con Sebas, María y Axel en algún rincón de la península.
En Manuel Antonio, paramos dos días laburar. Don Hernán Ramírez, de las Cabinas Ramírez nos prestó un pedacito de tierra para la carpa. Al fin, tuvimos que cubrir a ésta última, con un plástico para contrarrestar los fuertes aguaceros del pacífico. Nunca habíamos presenciado semejantes tormentas eléctricas en nuestra vida. Con el cielo cayéndose a cada rato y varios buenos, nuevos amigos, pasamos ese par de días en otro paraíso.
¡¡Vendemos planchas, calefactores, colchones viejos!! ¡¡¡Vendemos radiadores, baterías usadas, mantas, alambre, colchones viejos!!! ¡Vendemos microprocesadores, satélites rusos caídos, diskettes de cinco un cuarto, resistencias, inodoros, colchones viejos! ¡¡¡Vendemos chapa, cobre, colchones viejos!!! ¡Vendemos patas de silla, patas de mesa, originales de Dalí, budineras, tazas, ADN de Michael Jackson, colchones viejooooooos!

De regreso en San José nos dedicamos a vender postales a full. Así conocimos muchísima gente que nos dio una mano, entre ellos, Leandro. Leo tiene un par de parrillas “El Novillo Alegre”, una en Escazú y otra en Santa Ana, no solo nos permitió ofrecer las postales, sino que nos convidó unas exquisitas entrañas y unos panqueques con dulce de leche…… ¡por Dio! ¡Qué panqueques! ¡Qué entraña! Gracias mil Leo, ¡Groso El Novillo!

También conocimos así una noche como cualquier otra, ofreciendo postales (y extrañamente en un sitio donde no nos dieron permiso para entrar) a Martín, Silvia y Marco. El hombre de las mil anécdotas increíbles; “Tincho” es argentino y vive en San José hace unos cuantos años, Silvia su pequeña y adorable novia Tica. Nos ofrecieron hospedarnos y considerando que le habíamos invadido la casa al gran Luigi desde tiempos inmemoriales, aceptamos mudarnos felices. Pasamos como una semana, a puro fútbol y comida argenta. En el mientras tanto, no perdimos oportunidad para seguir ofreciendo postales en los bares y restaurantes. Por si acaso llegás a leer esto, MIL GRACIAS a nuestro amigo paisa de Henry´s.

Marco tiene un par de radios en San José, la 911 (nuestra nueva casa) y Punta Arenas. La cosa es que se copó con nuestro viaje y pegamos muy buena onda. Nos ofreció darnos una camarita para que filmemos y le enviemos periódicamente vivencias de nuestro viaje. La idea es subirlas a su página de Internet http://www.911laradio.com/ por lo que si entran ahí, pronto van a poder ver algunas cosillas interesantes (les juramos, sobre todo a Marco que estamos trabajando en eso). La cosa es que si aparece alguna marca que quiera patrocinar ese espacio, nos darán una mano a nosotros. En fin, no tuvimos oportunidad de hablarlo mucho, pero enseguida vimos que teníamos mucho en común y aceptamos sin dudar.
Además les dejamos postales para que ofrezcan en la radio y nos hicieron una entrevista buenísima que posiblemente también pueda escucharse en la página.

Y eso es todo por hoy. Ya de a poquiñio vamos a ir poniéndonos al día, de veras necesitábamos descansar del blog, y de verás que un gigante me había engullido. Ahora con ánimos renovados, vamos pa´ adelante a morir. La verdad es que particularmente yo me sentía estancado, como que no avanzábamos mucho, aunque el paso por Costa Rica fue espectacular y nos llevamos de allí infinitos amigos, vivencias, visas, y demás cosas. Necesitábamos acelerar un poco y es lo que hicimos, nos dedicamos a viajar, la nave chocha como siempre que se le pide ruta. Atravesamos calladitos Nicaragua, Honduras, El Salvador, y ya estamos en la increíble Guatemala desde hace tres días. Lejos estamos de olvidarlos conejillos, al contrario, los extrañamos más que nunca, pero también renovamos fuerza para el último tramo del viaje. La idea es pasar un mes en Guate, cruzar a Belice y de allí a México, Estados Unidos, Canadá y ¡Alsaka! Vemos la luz al final del túnel. Claro, falta mucho aún, pero vemos la luuuuuuuuuuuuuuuuz, ahí está el oso esperando, la nave lo sabe, nosotros también….. Ahí está el feroz mamífero.
¡Y nada más! ¡Besos, abrazos y patadas ninjas a mansalva para todos! ¡Nos vemos!

¡Yuk Punchagamma, arrivederci e buonafortuna y todo eso!
…..mmmmm.. ¡Ya me acordé! ¡Guido, se llamaba Guido!

8 comentarios:

  1. Jony9.8.09

    Jeje!
    Soy el primero...
    No pongo nada total hablamos jaja!

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  2. Jajaja! Los vendedores de todo... y de colchones viejos! Aparentemente los hay en todos lados!

    Por favor, Doctorcitos de Fuego, no me dejen esperándolos con las milanesas, eh? Me llegan hasta Guáshinton, o me llegan hasta Guáshinton. Que si no me llegan, yo no los voy a ir a buscar con un tupper con milanesas porque me las comería en el camino.

    Suerte!! Los seguiré leyendo.

    PD: Dónde se podría comprar sus remeras para apoyar la dignísima causa? Se puede por internet?

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  3. Anónimo11.8.09

    Voy a enunciar unos breves comentarios porque YO ESTOY TRABAJANDO.
    - No se me queje del huevo duro con arróz, que peor la pasamos con lo que nos preparaba Rodrigo en Misiones Eh!!!.
    - Veo que por fin empiezan a tomar ritmo nuevamente. Ya me parecía demasiada siesta en centroamérica, Loli logró despertarlo y nuevamente a las rutas.
    - Exijo se le dé otra oportunidad al noble carruaje para mostrar sus dotes de submarino.
    - ¿Se acuerda del cuadro que me dejó en consignación? bueno, lo tuve que sacrificar porque necesitaba 200 grs de mortadela.

    Mis respetos
    DIOS
    Sponsor Oficial de Americaencitro.
    Powered by Renata (que ya camina).

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  4. Bueno... no sé si doctores, pero algún escalón han ascendido y con Mención de Honor... en mi corazón. Es que pienso que independientemente de los que les hacen comentarios tales como "los admiro", o " nos muestran el camino que yo debería seguir en lugar de quedarme en casaaaa", etc. (creo sinceramente que quienes dicen eso en realidad quieren expresar "los extraño, los hecho de menos". Cada cosa que nos toca vivir, si es emprendida con entusiasmo y compromiso verdadero, puede ser una aventura que nos exija un esfuerzo admirable y enorme) digo entonces y haciendo uso de ese sexto sentido -que todos tenemos- que HAN SUPERADO LA PRUEBA. La prueba?, sí.
    Son optimistas frente a las dificultades, esperanzados, valientes, soñadores, comprometidos uno con el otro y con la familia y los amigos.
    Uds sabrán de qué les hablo, en mi caso específico, no?. A pesar de la distancia, a pesar de... muchas cosas, logran estar donde se los necesita, cuando se los necesita... y sin necesidad de ser llamados.
    El relato, las fotos, las caritas... todo buenísimo.
    Pareciera que cuesta hacer sentir a través de un relato todo lo que están viviendo, pero lo logran.
    Besos, Iris

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  5. Mis conejos mansos! A través de las fotos se presiente que se enamoraron de tanta selva y vida que aparece por todos lados. Créanme que con el ritmo de viaje van re bien, valía la pena quedarse a difrutar de esos paisajes así que no se sientan para nada culpables de no avanzar durante este tiempo. Eso déjenselos a los que no se animan a dar el primer paso, que es el que más cuesta siempre.

    Hubiera estado bueno encontrarnos en la Península de Osa -y se habría hecho justicia poética de paso- pero como bien dicen por ahí el Oso todavía los está esperando al final del túnel, así que acá nunca bajamos los brazos y esperamos el momento adecuado para corporizarnos cerca de ustedes! Lo del arroz con huevo fermentado... glamoroso, no sé si tanto como se jactan, pero... ¿acaso produce tantas alucinaciones como la polenta desabrida, semi-rígida y grumosa? Ni hablar del mate mezclado con cualquier bebida alcohólica, eso quedó demostrado en los estudios que se hicieron en sujetos nativos de Playa Los Lobos hace un par de años. Imagino que igual los efectos secundarios solo se manifiestan algunas horas después con eventuales e irreparables daños para el medio ambiente y todo ser vivo que los rodea.

    Mis queridos! Como siempre, les mando como oferta y sin costo alguno mi abrazo de oso, que es libremente transferible a otras personas u objetos. Úsenlo sabiamente. Besos y patadas ninjas por todas partes!!


    El oso ticoso & cía.

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  6. Anónimo16.8.09

    recien me entero de ste blog....aparentemente son de mercedes corrientes no entendi muy bien.........bueno en fin que sigan bien y me entere de este blog, por octavio panozoo

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  7. Hola chicos!!! Soy Tamara Culleton, ex compañera de cole de Dolores y ex compañera de la facu de tu hermano Ignacio. Leo seguido el blog, es algo increíble lo que están haciendo, cada vez que termino de ver sus fotos, sus relatos, me dan ganas de agarrar mi mochila y emprender una nueva aventura. Alienada, sigo con mi rutina en tierras españolas... pero uds. me recuerdan que nunca es tarde para empezar a volar, hay tanto mundo por descubrir!! Sigan adelante! y sobre todas las cosas sigan mostrándonos que se puede vivir de una forma diferente... éxitos!
    Tamara Culleton desde Marbella

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  8. Anónimo16.9.09

    hola facu y loly saludos espero que todo les salga bien adelante con su sueño y meta que nada los haga retroceder ni siquiera en pensamientos todo premio le antecede un sacrifiocio y un esfuerzo animo
    francisco rivera.

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