Norte, siempre al norte. Al norte eterno para siempre. No es una obsesión, ni un reto, ni algo que pretenda ser más de lo que siempre ha sido. A esta altura siento que nuestro viaje dejó de ser la correría romántica, un poco inconciente, pero también cuerda y llena de gravedad de dos chicos enamorados, para convertirse en algo más que un escape de lo que nos gusta llamar (a los humanos digo ¿no?) "vida real". Aunque "vida real" suene tonto y tendencioso, dejémoslo ahí. A esta altura, debatir sobre que es real y que no, suena a pérdida de tiempo. En algún punto, lo irreal es inalcanzable, pues estamos demasiados empapados de realidad. Chorreamos realidad, pues es esta la única posibilidad del que existe. Ya no se trata de moverse, ni de llegar o no llegar. Miramos hacia atrás y vemos casi dos años de viaje, vemos miles de kilómetros, vemos paises, amigos, decenas de estaciones de bomberos, arroz, la tan humana y polémica humanidad a la que pertenecemos, vemos a la familia que tanto extrañamos, nos vemos a nosotros y al horizonte. El cansancio se deja sentir desde hace rato, pero a diferencia de lo que podía sucedernos antes, no nos interesa pretender que no estamos cansados. Es que ya hemos andado tanto, que es imposible esconder a nuestro propio entendimiento lo que somos. ¿Por que tanto empeño en seguir trepando el continente? En realidad no hay una sola respuesta a esa pregunta. Lo cierto es que acá estamos, nos hemos convertidos en acróbatas que saltan de sitio en sitio, y comenzamos a preguntarnos como será pisar el mismo suelo por más de un instante. Extrañamos Argentina con ganas locas, extrañamos todo, los amigos, la familia, las facturas, que se yo, todo. Y eso significa que estuvimos demasido tiempo afuera, aprendiendo a vivir de una manera tan distinta a como solíamos hacerlo. Significa que estamos como el hombre de Platón en la cueva, viendo sombras.
¿Que hay de todo aquello que nos motivó a llenar el tanque de la nave y pretender cruzar un continente entero, vaya a saberse como? ¿Que hay de aquella tan horrenda frusración de pertenecer a un mundo ajeno? Ese sentimiento de vivir la vida para alguien más y no para uno mismo. Pues... ya no se siente como algo tan cercano, pero sigue estando ahí. Me siento muy inteligente cuando digo a quienes escuchan asombrados nuestras historias, y no logran comprender como es que hacemos lo que hacemos - la libertad nada tiene que ver con el movimiento, solo es capaz de vivir en la cabeza y el corazón - Muchos nos ven como a gente más libre, pero la única libertad que cuenta es la que te permite tomar una desición realmente propia. Creo yo que la que importa, es la desición de viajar como lo hacemos, y no el hecho de amanecer cada día en un lugar diferente, sin responder a horarios ni obligaciones propias de la vida ciudadana.
Podría aburrirlos un siglo entero, pero debemos recordar que esto no es tanto para mí como para ustedes asique, hasta aquí llegó mi amor. Este movimiento continuo, ya nos ha dejado en la piel ciertas marcas endelebles. Hace tiempo quedaron atrás la sensación de partir, la de romper muros y revelarse. Nosotros los afortunados, convivimos con las oportunidades.
Él no tanto.
Granada es una hermosísima ciudad colonial, situada al noroeste del gran lago de Nicaragua. Al entrar aquella tarde, buscando como siempre en el cuartel de bomberos nuestra casa de turno, bajamos la intensidad de nuestro andar, acoplándonos al ritmo del sopor de las horas de la siesta. El calor aplasta los cuerpos contra el suelo, el pueblo apenas respira y tenemos que esperar a que despierte para conseguir un si, y comenzar a levantar nuestra carpa en una playa de estacionamiento colmada de carros. El color de las puertas Granadinas, sus visagras oxidadas y el pasado que las mantiene de pié, aún cansadas, es el alma de este pueblo.
Existen dos rutas que comunican Granada con León, nosotros intentando escapar del paso por Managua, tomamos sin duda alguna, la peor. El camino fue una tortura de pozos, la densidad de éstos por metro cuadrado de asfalto, fue de las más altas vistas por nuestros ojos. Era literalmente imposible esquivarlos a todos, las señales se hicieron más escasas a medida que avanzábamos hasta que finalmente desaparecieron por completo. Tras un par de horas de este andar poco feliz, llegamos a León.
En León conocimos a dos argentinos que venían viajando en una combi Volkswagen y a Rodrigo (mexicano) y Flor (argentina) que vienen bajando desde Monterrey (si mal no recuerdo), en otra camio. Como teníamos buena compañía, y el lugar es muy lindo y tranquilo, nos quedamos a vender bijoux en la plaza un par de días. Las ventas no fueron sobresalientes, pero veníamos con buenas reservas de Costa Rica, asique seguimos viaje tranquilos.
La verdad es que después de tardar un mes y medio para cruzar Panamá y más de dos para conocer Costa Rica queríamos empezar a avanzar rápido y nos lo tomamos en serio. Así, atravezamos Nicaragua en tan solo 1o días.
Ver que avanzábamos en el mapa nos gustó y tardamos solo un día en cruzar Honduras. El tema es que realmente estábamos con ganas de llegar a Guatemala y con Zelaya yendo y viniendo de la frontera, la cosa se prestó para pasar como un rayo por el país. Dormimos en una estación de servicio en la ruta y a la mañanan siguiente estábamos en El Salvador tempranito. En cuanto a el caos Hondureño, poco y nada. La gente con la que hablamos, nos dice que se sigue trabajando normalmente y el lío solo está en la casa del ex presidente, el palacio de gobierno y algunas fronteras. De hecho había toque de queda de seis a seis, con cierre de frontera. De yapa, siempre que uno llega a hacer los papeles algo pasa, como en este caso (había una reunión de empleados y mil camioneros esperando con sus papeles antes que nosotros), llegamos a salir con el tiempo justo antes del cierre. La Peque pasó por encima de todos con nuestros papeles y terminamos saliendo sin un segundo de sobra. No estamos muy empapados de la situación política de Honduras, pero por lo que pudimos percibir, a Zelaya no lo quiere nadie en el país.
Y así seguimos, a la velocidad de la luz por las carreteras de El Salvador, cruzar este país nos tomo un día, una vez más. Si seguíamos así, en cinco días llegábamos a Alaska, pero ahí se cortó la racha de un día por país. Manejamos algunas horas hasta el atardecer y en el país de las famosas maras, en lugar de asesinos, encontramos buena gente. Primero nos permitieron armar la carpa en un complejo turístico sobre la playa, y más tarde un grupo de capitalinos que estaban de paseo y salían para San Salvador, nos invitaron a su casa en la playa. Nos dijeron que podíamos quedarnos cuanto quisieramos en el lugar y parecía una excelente oportunidad para conocer un poco mejor el país, pero nuestras ansias de seguir viaje fueron más y al día siguiente ya estábamos en Guatemala.
Cabe hacer una reflexión breve del tema de la inseguridad de los países centroamericanos. Todos han tenido historias complicadas, con procesos muy similares al de Cuba, con revolución comunista y todo. La pobreza no ayuda a la seguridad y mucho menos los gobiernos impuestos desde afuera para que sigamos tristes y dormidos. Aún con todo esto, es imposible pensar en un lugar donde haya más malos que buenos. Nosotros que ya llevamos en esto mucho tiempo y que hemos tenido la fortuna de ver con nuestros propios ojos, como las cosas suelen ser tan distintas de lo que se dice (con Colombia como emblema), recorrimos centroamérica sin poder disfrutarla tanto, gracias a ese miedo muchas veces infundado. No quiero imaginarme lo que será para quienes no han tenido nuestra suerte. No se puede ser tan duro con esta gente, no se los puede condenar sin darles la oportunidad. Nosotron pasamos Nicaragua, Honduras y El Salvador volando (un poco debido a ese miedo) y sanos y salvos, dicho sea de paso. Pero hay muchos viajeros que se tomaron el tiempo y pueden contar, con conocimiento de causa, como son las cosas por allí. Sin ir más lejos, al que le interese, pueden ver el blog de Juancho y Aymi uniendolastresamericas.blogspot.com, ellos vivieron cosas hermosas tanto en Nicaragua como en El Salvador, los dos paises peor catalogados de nuestra bella tierra americana.
Nuestros amigos salvadoreños. Apenas nos vimos media hora, pero eso fue suficiente para que nos den un gran mano en nuestro viaje. El problema es que lo que es bueno en si, ni divierte, ni llama la atención, ni es noticia. Pero créannos, ahí está, nosotros convivimos con gente así de amable cada día. Uno imagina antes de emprender un viaje así que va a recibir ayuda, pero es tan fuerte, es tan abrumadora la bondad de la gente que hemos conocido durante estos seicientos y tantos días que no hay palabras para explicarlo como se debe. Muchas veces nos preguntan por lo mejor del viaje, y sin dudas, los amigos que se dejan en el camino son lo mejor de todo este embrollo. Particularmene yo que soy un renegado y había perdido mucha fe en las personas, me he vuelto a convertir en un defensor del hombre, con sus defectos y sus virtudes. He vuelto a creer en la gente, desde casi el comienzo mismo de esta aventura.
Thomas y Michelle son dos ingleses que conocimos en el Hostel "La Oveja Negra" de Tamarindo, en Costa Rica. A partir de ahí no paramos de cruzarnos en el camino. Lo que no terminamos de entender, es como vamos a la misma velocidad, si ellos viajan pedaleando en bici y nosotros en un bólido de acero. Saquen sus propias conclusiones.
El momento de Alberto.
"Un estomago vacío, es un mal consejero."
Hoy nos encontramos en las paradisíacas playas de la península de Yucatán, en México. Escribo desde la más absoluta de las comodidades. Un sueco llamado Helge, nos regaló una semana de estadía gratuita en un condominio de lujo, el Playa Palms. Por eso aprovechamos para escribir y actualizar la página. Ojalá entre mañana y pasado podamos subir más cosas así finalmente nos ponemos al día con el blog.
No mucho más conejos, desde las tierras calientes yucatecas; besos, abrazos y las correspondientes patadas ninjas para todos. ¡¡¡Los queremos conejillos!!!
¡¡¡Arrivedercci e buonafortuna!!!