sábado, 9 de enero de 2010

Peluca Telefónica

-Y si tu ser estalla será un corazón el que sangre-

Cuba quedó atrás, sus ilusiones frágiles como burbujas de jabón, se vuelen chiquitas hasta desaparecer mientras volamos a México. A medida que nos alejamos dejamos de ver. A medida que dejamos de ver, dejamos de sentir. Y cuando dejamos de sentir, olvidamos. Y las fábulas vuelven a tomar el lugar de las cosas. Tal es el efecto de la distancia y el tiempo, que lo distorsionan todo. Y poco importa a través de que lente se filtre la realidad, o quien la esté observando, cuando los pies están enterrados en el aquí y el ahora.
Ya no recuerdo si eran volcanes, aquellos de los infinitos desiertos de altura bolivianos, o si eran gigantes vestidos con faldas de roca. No recuerdo si eran sus voces las que nos acompañaron, o si se trataba del caprichoso silbido del viento. Ya no recuerdo si eran alas de libertad, o yunques de sometimiento, aquellos que adornaban las negras espaldas. Tales son los efectos de la distancia y el tiempo.


All you need is love (and a Citro)
Antes de dejar Playa del Carmen, Hans y su esposa, nos hicieron una entrevista para su revista “Aquí en Playa”. Esta foto fue tomada para acompañar la nota. Utilizamos la propia luz del Citro (al que metimos en plena playa y sacamos a los empujones), reflejada en una plancha metálica (con la incalculable ayuda de Baby Face), mientras la luna desplegaba su magia fosforescente desde el cielo.
 
Al partir, dejamos atrás mil amigos y una playa de blanca arena. Pero esta vez no salimos solos al camino. No, no se asusten, no adoptamos a Arturo Puig. Se trata de Miriam y Víctor. Se dirigen a pasar las fiestas junto a su familia en Ciudad de México y están dispuestos a recorrer los estados del sur a lo americaencitro. O sea, durmiendo donde nos encuentre la noche, en gasolineras, una casita humilde al costado del camino, cuarteles de bomberos u hospedados por amigos aún desconocidos. Cocinando sopitas instantáneas en nuestra cocinita portátil (que con cada uso debe ser reparada). Moviéndonos lento, al ritmo de La Nave que resopla en las montañas y ruge en las llanuras. En fin, a lo americaencitro.
El recorrido sería de aproximadamente 15 días a través de los estados de Quintana Roo, Yucatán, Campeche, Tabasco, Chiapas y Oaxaca, donde nos separaríamos, para volver a encontrarnos ya cercanos al D.F.


Nuestra primera parada fue Mérida, una ciudad ubicada al norte de la península de Yucatán. Apenas llegados, fuimos en busca del cuartel de bomberos, donde muy amablemente nos dieron un lugar para las carpas, ducha y sitio para cocinar. ¿Cuando no? Nuestros buenos amigos del camino.


La ciudad es muy bonita, pero con un día de paseo estábamos más que listos para seguir viaje. Después de tantos días sin rodar, los cuerpos nos pedían acción.


Campeche está a solo 200 kilómetros de Mérida, por lo que llegamos temprano tras un viaje corto y aprovechamos bien el día. Recorrimos el centro histórico con sus estrechas callecitas y coloridas fachadas.  



La ciudad es una obra de arte, muy prolija, limpia y cuidada. Puertas adentro, las construcciones pueden estar viniéndose abajo, pero por fuera son una pinturita.



 Con estos perdimos la guerra de escupitajos.


Victor y Miriam se han vuelto casi hermanos en muy poquito tiempo. Y es que son dos personas increíbles, de una generosidad infinita y transparencia absoluta (tipo Gasparín). Hemos compartido casa, su boda, paseos por mil lugares y ahora este viaje. Miriam no para de reír (y hacer macanas) desde que se levanta hasta que se acuesta y esa alegría que trae encima nos contagia a todos. Victor alias “Baby Face” es el socio ideal para las noches de truco, los asaditos y la charla de fobal. A estos dos purretes nos los mandaron los dioses como regalo adelantado de fin de año.

Esta vez no hubo suerte con los bomberos. Así fue que emprendimos la búsqueda de hospedaje, dando con el campo de deportes de la universidad. Si bien el lugar era espectacular y ya teníamos el visto bueno de las autoridades para quedarnos, apareció un francés fascinado con el Citro y nos llevó a los cuatro para su casa. ¡Bingo! Sobre todo, porque queríamos que Víctor y Miriam vieran y sintieran un poquito lo que nosotros venimos experimentando, desde hace ya más de dos años. Un perfecto desconocido que se vuelve un amigo en una noche.


Jean Pierre y Poulette (no se si se escribirá así, mi francés no es de lo mejor ¿Rod?) nos abrieron las puertas de su casa a cuatro extraños, y no solo eso; lo hicieron con una alegría y hospitalidad alucinantes ¿Para cuantos esto resulta extraño o improbable? Pues no lo es en absoluto, la gente sencillamente se brinda y lo hace con alegría si encuentra un buen motivo para hacerlo. En nada se parece esta realidad viajera a aquel tango que sentencia:
Verás que todo es mentira
verás que todo es amor
que al mundo nada le importa
yira... yira
Aunque te quiebre la vida
Aunque te muerda un dolor
no esperes nunca una ayuda
ni una mano ni un favor.

Nada que ver; igual cantado por el zorzal es una pinturita.


A continuación un cuento opcional titulado “Un Cuento Opcional”.

En el asteroide P-22-U-6-IG los kafondulirians y los ver-vers viven encerrados. Se comunican con sus trabajos a través de una extensa red de túneles que abarca todo el asteroide, trepando incluso por encima del los picos Vinmar y Dassler, y atravezando también el extenso Mar de Faller.
No salen al cine, ni al supermercado, ni a hacer trámites. Todo se soluciona desde sus cuevas, utilizando knanderferbers último modelo. Las knanderferbers son su única conexión con la realidad. Sus cuevas, el único sitio donde se sienten seguros. Es raro que las noticias del día no incluyan la muerte de un kafondulirian, a manos de un ver-ver o vice-versa. Una vez un ver-ver salió al exterior y volvió con noticias maravillosas de hongos bailando el vals y altísimos tallos que se perdían en el espacio. Dijo haber visto un kel-kaalar, pero nadie le creyó porque éstos se sabían extintos desde hacía ya 33 nano-parks. De hecho nadie le creyó nada de lo que dijo. Las autoridades lo encerraron en la prisión Gayol-la durante 0,002 nano-parks y al salir, ya poco le importaba que todos supieran de aquel mundo increíble.
En el asteroide P-22-U-6-IG se dice que pronto comenzará una lluvia Nimbar, por eso todos prefieren quedarse dentro de sus cuevas, alumbradas solo por el brillo de las modernas knanderferbers de esfera kinética. Afuera es demasiado peligroso, afuera es demasiado incierto, después de todo, la esfera kinética reproduce las sensaciones de movimiento y percepción con una eficiencia del 99,7%.
En el asteroide P-22-U-6-IG se dice que existe un foco de ver-vers infectados de dodeddameroheliomacademelia sobre las faldas carbonadas del Vinmar. Nadie sabe cuantos son, o si su enfermedad es contagiosa. Mejor quedarse en la casa. Por si las chechkas, mejor quedarse en la cueva.

De Campeche viajamos a Palenque, a buen ritmo, aprovechando los últimos kilómetros de llanura. Teníamos cerca de la ciudad, un amigo que conocimos casualmente en la playa mientas nos sacaban la foto del esplendido beso lunar. Nos había invitado a pasar unos días en su finca orgánica. No sabíamos exactamente donde quedaba el lugar, pues sus indicaciones habían sido del todo vagas, pero corríamos con la ventaja de que no existe persona en Palenque, que no sepa de Manuel Oca.  


Llegamos ya oscureciendo y Manuel nos recibió a su manera. Con su discurso de acomódense como quieran, donde quieran y hagan lo que quieran. A mi no me importa mientras no me molesten. Suena una poco brusco, pero en realidad fue todo lo contrario. Nos mostró el lugar y nos dejó solos. Manuel es un tipo diferente, habla de cosas que no comprendemos muy bien, y vive en una realidad diferente a la nuestra. De vez en cuando ambas realidades se cruzan y hay puntos de conexión, pero por momentos se alejan y quedamos a años luz de distancia.
fin, no hubo demasiado tiempo para hablar, ya oscurecido el día en la selva, armamos nuestras carpas, cocinamos algo y nos acostamos a esperar la llegada del nuevo sol.


En el sitio no hay electricidad, el baño es orgánico y la ducha de agua fría. Lo bueno, tenemos una palapa con cocina a gas. Nosotros nos encontramos muy a gusto, pero sobre todo Víctor, no termina de adaptarse bien a lo rústico de nuestro nuevo hogar. Los chicos amagaron con irse uno o dos días antes que nosotros, pero finalmente hicieron un esfuerzo, se acostumbraron y nos quedamos juntos unos cuatro o cinco días allí. Manuel aparecía y desaparecía como un fantasma entre el profundo verde del lugar. Nos traía sus consignas místicas, nos contó su increíble historia repleta de magia y nos analizó uno a uno. Miriam fue la que más se dejó llevar, ella tuvo sueños extraños con duendes que le daban regalos de la selva y podía sentir la energía del ambiente. Víctor, era más lo que quería sentir que lo que sentía, y nosotros, Los de Fuego, los más escépticos a todo el asunto, debo decir con algo de pena. ¿Quién no quisiera un mundo lleno de duendes, hadas y magia? ¿Existen? ¿No existen? Creo que depende más de nosotros que de ellos.


¡Tu tienes el control!


Delux Palapa c/cocina y sala de estar.
El segundo o tercer día nos fuimos a conocer las famosas ruinas de Palenque. Según Manuel, el ombligo energético del mundo. Los chicos entraban gratis por ser domingo, pero nosotros no, por ser extranjeros. Fuimos a la administración, y tras hablar con el encargado de turno, conseguimos el pase libre.
Ya en las ruinas, con el permiso de los guardianes de Pacal, cada quien buscó su propio camino de preguntas y respuestas.


Las ruinas de Palenque están inmersas en una densa selva.


¿Fue acaso el poder sobrenatural del destino que, según se cree, guía las vidas de cualquier ser de forma necesaria y a menudo es fatal, es decir, inevitable o ineludible, el que te trajo hasta aquí Alfonso?



En tu loco espiral de metamorfosis se te va la vida Carlos. ¿Entendés Carloncho? Se te va hermano. Se te escurre imperceptiblemente, como una caprichosa y cristalina gota de grapa rolando por la húmeda oscuridad de tu ser. Carlos, Carlitos, Carloncho, ocultate si querés, ¡si! Ocultate Carlitos, no hay drama. Hacete invisible como lo hicimos en aquellos páramos helados de la tundra Rusa en los treintas. Acordate de aquella inmensidad de hielo y tomate el palo Carloncho. La metamorfosis está bien, pero ¿y la vita? ¿Y la vita hermano?


“El poder es la capacidad de pocos de hacerles creer a muchos lo poco que importan”



La manada y sus tres Criters invisibles.

De regreso en la finca, encontramos nuestra conexión con Manuel y el lugar trabajando la tierra. Limpiando la huerta, preparando un compost de lombrices criollas y acomodando la única colmena en producción, para hacerla crecer y comenzar a sacar núcleos para las otras deshabitadas. Yo particularmente estaba en mi salsa, esto es justo lo que soñamos siempre con Le´chien (Dolores). Hasta un galpón para producción de hongos había por ahí, perdido en la vegetación, solo que todo abandonado. Las piletas para lombricultura llenas de plantas de mango, las colmenas desordenadas y desatendidas, los hongos abandonados, y así. Él solo no puede con todo y vive de lo que su reserva le provee. Los frutos de los árboles, su huerta y no mucho más, casi no maneja dinero y el tiempo no le alcanza.


BF.

Pienso, luego juego con abejas.


BF.
Nos vimos tentados de quedarnos un mes trabajando en el lugar, pero entendemos que todo a la vez no puede hacerse. Ya nos había pasado en la selva de Ecuador, en Río Blanco. Nos invitaban a quedarnos y ganas no nos faltaban, pero estamos viajando a Alaska y por eso, siempre debemos continuar.
Como siempre que se pasa tiempo en la naturaleza, salimos con fuerzas renovadas. Además Manuel trajo a un brujito local, que nos limpió cuerpo y espíritu pasándonos un huevo y leyendo luego el veredicto en un vaso de agua. Cosa ´e mandinga, mejor no pregunten.

La llanura muere aquí, en Palenque, a partir de este momento volvemos a las montañas. A trepar con gran esfuerzo hasta los 2.200 msnm de San Cristóbal de las Casas. El camino no es tan exigente, pero pasamos por muchísimos pueblitos que tienen la costumbre de poner topes en la ruta. Estos malditos topes bajan mucho el ritmo del viaje y demuelen la paciencia del conductor. Para nosotros con nuestro motorcito de 602 cc, son un dolor de cabeza, ya que los ponen incluso en plena trepada, dificultándonos tomar ritmo y meter segunda. Guatemala y México están repletos de estos topes.
Como no llegamos de un tirón, paramos en una casita al costado de la ruta y pedimos permiso para armar las carpas en el terreno que había al fondo. Nos permitieron acampar y calentaron agua para nuestras sopitas instantáneas. Por primera vez en siglos, el frío se hacía sentir fuerte. Bajamos las mantas del porta equipajes, y bajo una oscura bóveda sembrada de infinitas estrellas, pasamos la helada noche ¡como extrañábamos el frío!


A la mañana siguiente todos moqueando (y ya extrañando al frío poco y nada), esperamos que el sol seque las carpas, mientras encendíamos un fuego para calentar café. Un rato más tarde llegábamos a San Cristóbal.


La Nave se abre paso en las callecitas de San Cristobal.

San Cristóbal de las Casas, es una de las ciudades más bellas que hemos visto a lo largo de nuestro viaje, sin exagerar. Su estilo colonial, sus iglesias con fachadas que son obras de arte, los colores vivos que dan vida a las casas, sus calles adoquinadas y el extra de estar allí para las fiestas de la Virgen de Guadalupe, nos dejaron enamorados.




Ambas de BF.
La devoción que existe en México por Guadalupe es sobrecogedora. Desde que partimos de Yucatán, encontramos a gran cantidad de gente volcada en las rutas, viajando para agradecer, para saldar compromisos con la Virgen. Algunos van en bicicleta, otros alquilan un camión y se van pasando una antorcha que llevan corriendo a un lado del camino. Corren a través de las montañas sin importar el frío, la lluvia o el sol. Cubren grandes distancias hasta llegar al santuario, con la ropa sucia y deshecha, para ver a su madre de frente y decirle gracias. Es un espectáculo digno de ser admirado, por el despliegue de color, sacrificio, fe, alegría y ruido.


En México se vive de fiesta, y festejan a lo grande. Los pueblos y ciudades permanecen decorados con vistosos colores, las ropas de gala abundan en las calles, los estruendos de la pólvora nunca descansan, la alegría de la gente se revuelve entre el bullicio y nunca se acaba el jolgorio. Día de muertos, día de la Virgen, Navidad, Año Nuevo, Reyes y a esto sumadas las fiestas locales. Créannos, la alegría no es solo brasilera.



BF.
La primera noche la pasamos en el cuartel de bomberos. Particularmente el cuerpo de bomberos de San Cristóbal resultó ser sumamente amable y hospitalario. Hasta uno de los comandantes al ver que se complicaba hospedarnos allí, nos ofreció su casa. Al día siguiente un italiano se acercó a La Nave y comenzamos a charlar. Gian Carlo vive aquí hace unos cuantos años y tiene una pizzería llamada Di Vino, sobre la peatonal. Nos preguntó si teníamos donde quedarnos y nos prometió hablar con su novia, Nedelka, para ver si nos prestaba su casa. Por la tarde fuimos a ver a Nedelka, que nos saludó a todos con un efusivo beso y un abrazo, como si nos conociera de toda la vida. A veces nos preguntamos si será casualidad, que siempre conozcamos a gente tan linda en nuestro andar (acá recibo el reto de la Peque, que me pregunta como puedo aún pensar en las casualidades). Nooooo, nada de casualidad, nos encontramos con tanta gente hermosa porque estamos sintonizando la misma frecuencia. Así es en realidad.

El hecho es que nos quedamos cuatro días en la casita, con la única condición de que por la mañana, alimentáramos a los seis perros callejeros que se acercaban a la puerta sin excepción, con la salida del sol. Nedelka tiene una inmensa bolsa de “croquetas” para alimentar a los vagabundos de la calle y otro tanto para sus perros oficiales, los de puertas adentro, que son otros seis sumados a los de Gian Carlo.


La manada junto a Gian Carlo y Nedelka.
 

Intentamos sacar un permiso para vender bijoux en la calle, pero los tentáculos de la burocracia volvieron a frustrar nuestro esfuerzo. Aún así, algo llegamos a vender y pudimos montar una megafiesta para el cumpleaños de Loli.
 

¡Que grande sos Le´Chien!
Vino invitado por los chicos, que además fueron compañía de lujo para la ocasión, un guisito riquísimo en el que todos metimos mano y lemon pie de postre. 29 pirulos para la Peque que cada día está más hermosa y más viajera.
 
Ese día, 12 de Diciembre nos fuimos todos juntos a conocer un pueblito cercano llamado San Juan Chamula. Este pueblo es famoso por lo que sucede dentro de su iglesia. Se ha dado, como en muchos lugares, un curioso sincretismo religioso. Pero aquí, los pueblerinos aborígenes, son muy celosos de sus costumbres y no permiten que se tomen fotos. La pena para el turista desobediente no es una multa, si no el linchamiento o un castigo semejante. Traten de imaginar un poco la vibra del lugar, uno más que extranjero, se siente extraterrestre.

Con nuestras cámaras bien guardadas, llegamos al pueblo que estaba en plena fiesta. Curiosamente no había casi figuras de la Virgen de Guadalupe, salvo una, dentro de la iglesia. Si había muchos santos, miles de velas encendidas ardiendo con más intensidad de la acostumbrada, y extraños aromas saliendo de todos lados. Las explosiones aturdían y al cabo de un rato hasta nos dolían los oídos. Lo peor era cuando agarraban un trozo de madera ahuecado, lo llenaban con pólvora y le daban candela sosteniéndolo aún en la mano. La explosión era fortísima, muchos turistas se tapaban los oídos y hasta vimos a una chica llorando sobrepasada por los estruendos (un poco exagerada ella).
No entramos a la iglesia porque nos querían cobrar y no le hallamos demasiado sentido al asunto. Si no quieren mostrar, pues que no lo hagan, están en su derecho. Ahora, cobrar la entrada es vender algo que no debería ser vendido. Con la misma idea, nunca entramos a las iglesias cuando pretenden cobrarnos por hacerlo (y ya han sido varios los casos). En fin, nos quedamos en la puerta viendo como salían las columnas de gente con sus músicos, sus braseros, sus rezadores, etc. La plaza estaba llena de simpáticos borrachos bailando en ausencia total del ritmo. Una chica nos cuenta que si bien hay mucho alcohol, nadie molesta. Si alguien se pasa de la raya, los “policías” (que son unos tipos que llevan un bastón), se los llevan para la casa. Nos cuenta que no hay robos, que no hay crimen y le creemos, porque aquí la ley si se aplica, y es dura. Aquí no hay indulgencia ni favoritismo, aquí el que delinque, paga. Por eso no hay delincuentes. ¿Sencillo no? Para pensar.
Nuevamente nos encontrábamos en un mundo distinto, pero esta vez no pudimos documentarlo con fotos. Tendrán que creer en nuestras palabras.


El panteón a la salida de San Juan Chamula, fue lo único que alcanzamos a fotografiar (desde arriba del auto).

Ya de regreso a San Cristóbal, quisimos pasar a conocer otro pueblito, pero en la entrada pretendían que paguemos para circular por las calles. Le dije al flaco –si vinieras a mi ciudad de visita podrías entrar sin pagar nada, me parece de mal gusto que cobren solo porque somos de afuera. Venimos a comprar artesanías (mentira), a conocer tu gente y tu lugar, nada más-. Como el muchacho no aflojaba y no había superior, le dije –Con vos no hay ningún problema, hacés lo que te dicen, pero contale a tu jefe, que así lo que logran es echar a la gente-. Al menos a nosotros nos echaron. El bendito turismo, ¡como arruina todo! Yo no quiero vivir en un mundo donde te cobran hasta por respirar. Acá hasta en las estaciones de servicio cobran el baño. Imagínense viajar al pasado y contarle a alguien de hace cincuenta o cien años atrás, que en el futuro va a tener que pagar para orinar. Pues hoy eso es de lo más común. No more complaining.

Y bueno conejillos, por esta vez los vamos dejando. Partimos esta publicación en dos para que no sea tan extensa. Aún nos queda camino por recorrer con los magníficos “Babyface” y Miriam.
No mentían quienes nos decían que México es un país alucinante, con gente de primera y mucha magia por ser descubierta. ¡VIVA MEXICO CABRONES!
¡Besos, abrazos y patadas ninjas para todos!
¡Arrivederci e buonafortuna!

Fe de Ratas: Varias de las fotos de este y el próximo posteo fueron tomadas por el genial Baby Face. Las mismas se indican con la sigla BF.
Además busquen la encuesta al pie de la página.

domingo, 3 de enero de 2010

Los Hombres Gigantes

Cantidad de recetas han sido inventadas por diferentes autores para gobernar el mundo, cada uno ha ofrecido la suya como si fuese la más perfecta. Sin embargo, todas han resultado ser insuficientes.


Caídos los horizontes del sur, los de la tierra de gigantes. Caídos los que se adivinan tras el manto ruidoso y vibrante de las selvas, bosques y montañas de mitad del mundo. Partidos por un rayo fulminante los mil horizontes. Raspada la sal que ha hallado hogar en el cielo. Mil líneas que dividen el presente del futuro, y lo certero de lo ignoto. Líneas que ocultan a la inagotable magia de este grano de piedra celestial. Tanto tocado, tanto andado y la pregunta aún intacta ¿Qué habrá un poco más allá?
Es en verdad magia. Mas persiste la sed del curioso. Lamenta que este mundo esté ya tan gastado, tan usado. Manoseado, dividido con alambre y clasificado. Añora aquel globo sin mapas, aquel de países prístinos. Tierra en la que cada paso era uno nuevo, y nada se sabía de lo que ocultaba aquella burlona línea, que siempre se corre un poco, alejándonos de su verdad. ¿Cuánta magia se habrá esfumado en el espacio? ¿Cuánta se habrá fundido en la roca para persistir aunque sea en sueños? ¿Cuántos hombres extraordinarios se habrán perdido para siempre en su búsqueda? No existe un cielo chiquito, sino uno infinito. No existe un suelo chiquito, sino uno vasto. No existe un hombre chiquito, sino uno gigante. Allí está la magia, admirada de detrás de un vidrio que ya se empaña, ya se cubre de polvo, y permite distinguir solo figuras vagas e inalcanzables. Allí está la magia, casi olvidada, aún a la espera. Siempre a la espera del los hombres gigantes.

Como siempre volver a nuestro relato, es volver a hablar de amistades inesperadas y enormes. Es volver a hablar de manos de hombres generosos y pequeñas batallas superadas. Es volver a hablar de lo incierto, de ir un paso más allá y recibir fascinados lo que el camino nos pone delante. Una persona, una comida desconocida, una isla, un reencuentro, otro problema mecánico, y una línea burlona que perseguir.

Para esta publicación de americaencitro, contamos con la colaboración especial de Gunther, el fotógrafo conceptual alemán. Gunther (que siempre viste polera) tituló y explicó las primeras 25 fotos de esta entrada. Ojalá puedan disfrutar su arte tanto como lo hacemos nosotros.

“Insabora, incolora e incípida. La historia paralela” (Patada en medio líquido).

Nos quedamos en Playa del Carmen, uno de esos puntos magnéticos que nos atrapan por meses. La nave aún dejaba su cortina de humo mientras nos movíamos, así que la prioridad número uno era aprovechar los repuestos recién llegados de Argentina a manos de Mirtman y Guada, para acabar de una vez con este problema. Tras un paso obligado por el cuartel de bomberos una última noche, hallamos hospedaje en la casa de Braulio y su familia. Braulio es mecánico y vive alejado unos diez kilómetros de la ciudad. La casa es chiquita y allí viven él, Lupe y su hijita Christi Anselle. Además, sus padres ocupan una piecita y por las noches arman su puesto de venta de gorditas, tacos y empanadas en el frente de la casa. El movimiento era mucho, el espacio poco, pero la predisposición y generosidad de esta familia, inmensas.

“El xilofón de Mertezacker” (Yah Rasta y Titi).

Allí durante el día, la Nave se sometía a la cirugía del Dr. Faca, y por las noches, los vapores del aceite se abrían paso ocupándolo todo. No hay fotos del arreglo, probablemente a esta altura ya no nos hacía ninguna gracia tener que desarmar una vez más el motor del Citro. Tras dos intentos fallidos en Guatemala, volvíamos a un cambio de aros (esta vez con materia prima nueva y argenta). La sorpresa fue que los aros estaban perfectos, y era en cambio un pistón el que tenía un tajo que recorría su cabeza de un extremo al otro. ¿Cómo pudimos pasarlo por alto cuatro tipos en Guatemala? Ni idea, pero ahí estaba el cabezón partido al medio y todos los repuestos que con tanto trabajo habían llegado de Argentina (incluyendo camisas nuevas), de poco servían. La historia de Colombia se repetía, una vez más se estiraban los plazos, había que molestar a todo el mundo para conseguir pistones nuevos y todo dentro de la casita de espacios diminutos y corazón inmenso.

  “Del Kilimanjaro a Taipei” (Ara, Lupe, Titi, Braulio, la Peque y Faca posando para la posteridad).

En Argentina todos se movieron como un rayo para no alargar la espera. Alfredo, nuestro querido y respetado repuestero, eligió tres pistones de los mejores que tenía, Beto y Quique (nuestros queridos padres) hicieron el resto. Solo quedaba esperar.

Para no molestar demasiado, comenzamos una seguidilla de mudanzas que nos llevaron de una casa a otra dentro de la ciudad (nos mudamos en total 12 veces). Fue increíble la cantidad de gente que nos tendió la mano en Playa del Carmen. La primer mudanza fue a lo de dos cordobeses; “El Sapo” y Emi, en su casa nos quedamos durante diez días hasta que llegaron los pistones.

 “La metamorfosis de Sun Yat Sen” (Impronta del Sapo y Dr. Faca en el Pura Vida). El Sapo, un grande que llevará su nombre a la cúspide del universo. Una vez allí las opciones partidas. Abandonarlo y seguir el camino del ser terrenal, o abrazarse a la gloria del nombre, que no es más que abrazarse a un reflejo sin substancia. Mil gracias por todo hermano.

En medio del dilema, Victor y Miriam, nos habían invitado a su casamiento varios días antes. Nosotros habíamos creído estar bien lejos para esta fecha, pero no. Mucho tendríamos que vivir en Playa todavía. Así fue que la Peque desempolvó sus vituallas de gala y el Sapo vistió bien caribeño a Faca para la ocasión.

 “Mucho Mojo” (Joven caucásico despilfarrando facha)

“¿El esquimal?” (Músicos ocasionales sobre la playa)

"Sr. Presidente, el trabajo está hecho" (foto de boda)

“Paralelismo montado en patineta”. (Los de Fuego en blanco y negro)

 “La ameba superlógica” (Zapatos de un novio en la playa).

El casorio fue hermoso, en la playa. Todo de prima, mucho dancing, mucho morfi y trago. Todo como debe ser, pero lo más importante viéndolo desde nuestro lado egoísta y dejando a los anillos a un lado, fue como nuestra relación con los chicos comenzaba a hacerse grande. Dicen que entre locos se entienden; de nuestro estado mental poco queda por decir, y para que juzguen el de Victor y Miriam, solo diremos que nos nombraron padrinos de velación (o sea que nosotros venimos a ser la pareja experimentada, aplomada y bien encauzada a la que deben acudir en busca de consejo cuando las papas queman). Sin comentarios….   

 “Espora y desenlace” (Vista romántica de una pareja enamorada)

Llegados los pistones, Faca armó todo con aros y camisas nuevos. El humo desapareció pero, siempre un pero. Ahora con un sonido de golpe suicida, el motor se sacudía y pedía desarme nuevamente. De locos, todo, absolutamente todo surge de no haber abierto el motor antes de salir, un detalle que pagaríamos con creces a lo largo de nuestro periplo americano. Cuando trabajamos una de las culatas en Perú con el estimadísimo y genial Yuri Zimic, el rectificador se pasó de rosca y ahora, varios miles de kilómetros al norte, el pistón golpeaba contra la culata. Por eso se partió el viejo, y por eso ahora el nuevo sin desgaste, sonaba más duro.
Créanme cuando les digo que estoy abreviando esto a más no poder para no aburrirlos. Las vueltas que dimos para hallar la causa del ruido no fueron pocas, estuvimos a punto de cambiar guías y válvulas, en fin un rock´n roll de cuatro tiempos. Fue Alfredo desde Mar del Plata el que se iluminó y cantó la posta. Mandamos a hacer una arandela a medida para suplementar la camisa, armamos todo el circo y ¡MIRACOLO! ¡FUNCIONA!
Claro que hicieron falta varios ajustes post operatorios. Hasta los frenos por arte de magia se descalibraron durante el parate, cosa ´e mandinga. Apenas pusimos el motor a andar, se sacudía como un ko-hi-nor, otra vez con el alma por el piso, dejamos la casa de Braulio andando a los tumbos diez kilómetros hasta nuestro nuevo hogar (ya no nos daba la cara para volver a desarmar todo allí) en la casa de una Pehuajense; Cecilia. Afortunadamente las luces del nuevo día, trajeron soluciones; solo era una bujía. Hubo que ajustar las tuercas de ¡ambos! Semiejes, que también como si el diablo hubiera estado jugando con ellas, se encontraban sueltas. El día que salimos a la ruta a probar y asentar la Nave, como para coronar el gualicho, se largó un diluvio torrencial que nos obligó a regresar sin alcanzar nuestro destino en Tulum.

 “Interrumpida y en foco” (Ceci y los de Fuego sobre un sofá-cama). Ceci, otra ídola con un corazón del tamaño de  Júpiter. Mil gracias por todo niña de Pehuajó.

Pasada la tormenta y con el ánimo repuesto, comenzamos con las averiguaciones para aprovechar nuestra cercanía y volar a Cuba desde Cancún. La decisión no fue sencilla, pero finalmente nos dispusimos a adentrarnos en el Mar Caribe para pasar diez días en la isla de Fidel.

Los preparativos y últimos días de espera para volar a Cuba, los hicimos desde la casa de Victor y Miriam último bastión de los de Fuego en Playa del Carmen. Los chicos nos dieron una mano enorme, Miriam sacó a la Peque a lucir la bijou y vendieron muchísimo, ese dinero fue crucial para el viaje al mundo comunista. Además aprovechamos sus vacaciones para visitar Xcaret en día de muertos, buceamos con tortugas en Akumal, conocimos Puerto Aventuras y todo en medio de un festival gastronómico casero.

“Sin peroné” (Joven caucásica pintada en ocasión de día de muertos).

 “Las velas” (guacamayas).

 “Las Guacamayas” (velas).

 “Beethoven no comía mortadela” (Joven caucásica junto a dos muertos. Altar en Xcaret)

“Jardín sin jardín” (Miriam y Loli y Faca y dos extraterrestres de otro planeta).

“¡Lástima! Salió hace cinco minutos” (Estatua oculta en la vegetación).

“El Yo” (Panorámica de Playa del Carmen).

 “Kachemira” (Loli perdiendo su mirada en Playa del Carmen).

 “Cuchara y circunstancia” (Miriam y Loli y un lemon pie).

“Gorrión gaseoso” (Manatí en medio líquido).

“Cetáceo lactante deslactosado” (Medio delfín a contraluz).

“Ischabaud” (Pareja nómade caucásica en el paraíso).

“Ischabaudeleir” (Pareja nómade caucásica + pareja sedentaria en el paraíso).

“ Sangrona y con molcajete” (Señora casada preparando guacamole).

Capitulo II. Cuba.

Trataré de ser lo más objetivo posible al escribir estas líneas, que se sepa. No voy a hablar ninguna verdad de Cuba o del comunismo, socialismo o como quieran llamarlo. Sería complicado hacerlo ya que nos topamos con muchas verdades (casi todas distintas) y mayor cantidad aún de mentiras. Voy a relatar nuestras impresiones y vivencias. El resto; las opiniones, tómenlas como notas al margen, ya que sacar una radiografía social de Cuba en diez días, es imposible. Por eso disculpen la desfachatez.

 Desde que pisamos el aeropuerto y nos dispusimos a despachar nuestras maletas, nos dimos cuenta de que estábamos a punto de entrar en un planeta que nada tiene que ver con el nuestro. Volábamos a Cuba fabulando como sería todo, volábamos a un mundo nuevo, aterrizábamos en el mundo socialista.

 El primer mito quedó enterrado en cuanto nos subimos al avión, que no se veía como aquellos de la segunda guerra mundial. Los cuentos no eran más que eso; cuentos.
Tras una hora de vuelo tranquilo (aunque en medio de un caos de valijas y pasajeros poco considerados), aterrizábamos en el aeropuerto internacional José Martí de La Habana. 

 Hay dos formas de viajar en Cuba, una es gastando muchísimo dinero. Para quienes eligen este modo están los CUC. Los CUC son apenas más caros que el dólar, y son utilizados principalmente por los turistas y los cubanos que hacen mucha plata “ilegal” (y esto de ilegal es una obviedad, ya que los sueldos oficiales de Cuba promedian menos de 20 CUC mensuales. Además ilegal va entre comillas, porque en este país todo es ilegal). La otra manera de viajar es fenomenalmente económica; se usan pesos cubanos que se cambian a 25 por cada CUC. Para esto hay que mezclarse con el pueblo, hay que caminar, buscar y ser tenaz. Dicho esto, imaginarán en cual de los dos botes elegimos embarcarnos. Podíamos pagar 25 CUC para abandonar el aeropuerto en taxi, o tomarnos una guagua (colectivo) por 0,8 pesos cubanos (o sea, más de 625 veces más barato).


Salimos a pie del aeropuerto y diez minutos más tarde estábamos en la casa de un cubano llamado Yosvanni, tomando café. 

  A diferencia de lo que acostumbramos, en Cuba no pudimos alojarnos en cuarteles de bomberos, ni recibimos invitaciones para hospedarnos en casas de familia o gasolineras. Todo es ilegal en Cuba. Esta vez lo que oímos por ahí era verdad, los cubanos no pueden alojar extranjeros, a menos que posean un permiso del estado y paguen un impuesto mensual. Ya de noche Yosvanni nos dejó en la casa de “Mamita”, nuestro hogar en La Habana.


 Nuestro recorrido en Cuba además de la capital, incluyó a tres ciudades del interior; Santa Clara, Cienfuegos y Trinidad. Con cada día transcurrido en la isla, nuestra opinión del país y la revolución cambiaba rotundamente, según lo que nos tocara ver y oír.
Quisimos empezar por conocer La Habana, y si bien el transporte público es casi regalado (a veces regalado del todo, ya que muchos usuarios suben y no echan la moneda en la alcancía), preferimos caminar para ver más y mejor. Desde el Vedado a La Habana Vieja y vuelta, bajo un sol que se hacía sentir, pero no aplastaba.

 Para mí una verdadera tortura por el estado de mis zapatillas, que era deplorable, obligado a pisar mal y con ampollas en los pies.







La ciudad entera cabe dentro de una foto vieja. Una foto amarillenta con las puntas dobladas, y dos o tres remiendos de cinta adhesiva. Pausada, detenida en el tiempo. Viviendo del recuerdo, alimentándose de él para mantenerse de pie y respirando en blanco y negro.
Los edificios con sus fachadas descascaradas, cuando no deshechas; se mantienen verticales solo por orgullo. Al foro asisten sin maquillaje, día tras día. La Habana es anacrónicamente hermosa. Sus anchas avenidas vacías, sus monumentales construcciones que laten al ritmo de ciudad enferma de realidad, que se afana por persistir. Sus automóviles de partes prestadas, yendo y viniendo sin compás de capital, muchas veces al lado del camino con sus capotas levantadas y sus fierros cansados de tanto andar. Los balcones teñidos con los colores de la eterna pobreza latinoamericana, los colores de la ropa usada mil veces y zurcida mil veces más. Los andadores hinchados de transeúntes, también ellos despreocupados, sin compás de capital. Calles sin voces de niños, o manos de niños mostrando sus palmas al cielo, o a la tierra. Calles vacías de preocupación, pero vacías de conformidad. Ruido de voces vivas, e inquietante silencio de voces silenciadas. Con su noche que conoce solo el brillo fosforescente de la luna, si es que hay luna. Con sus noches de caminata serena bajo mil focos que no alumbran, contagiados por ese andar apagado de los hombres sin voz. Con su son que se escurre entre las hendiduras de las infinitas puertas, impregnadas de vejez y caducidad denegada. Con su sonrisa dibujada en una boca mulata. Con sus remaches de socialismo y remiendos de revolución. Única, eterna en su fotografía amarillenta. En su cárcel de papel. La Habana es la más hermosa de las ciudades.

El hombre y su boicot al hombre. El hombre y su mentira. El hombre y su bastón de mando. Siempre el mismo cuento, con distintos nombres, pero siempre el mismo cuento.

Pros; pocos pero de cuidado. Los chicos en la escuela, estudiando, o jugando, o lo que sea, pero siendo chicos. Ni en la calle, ni trabajando, ni sin brújula; en la escuela. Si bien no podemos pasar por alto lo que se les enseña, o como se los adoctrina, tampoco podemos desatender, que primero se les debe permitir ser chicos, y eso en Cuba es ley sagrada.

Pros, pocos pero de cuidado. La seguridad en Cuba es superior a la del resto de Latinoamérica. Caminamos por calles pobres y oscuras con la sensación de que nada malo nos podía pasar. Y difícilmente algo malo podría habernos pasado, porque en Cuba no existe el nivel de violencia al que estamos acostumbrados afuera. Menos robos, menos armas, menos marginalidad. Hay un control que por momentos da miedo, hay un pueblo adoctrinado, sumiso y sin reacción. Hay un pueblo controlado en el sentido amplio de la palabra.

Pros, pocos pero de cuidado. La pobreza cubana es una pobreza más digna. No creo que sea un consuelo tonto, o un detalle sin importancia. Lo peor de la pobreza no es el plato de frijoles y arroz, o de arroz y nada más. Lo peor de la pobreza no está en el techo que no es techo, o en la caminata obligada. Lo peor es la marginalidad, lo triste es estar afuera. Además de vivir en penas, vivir obligado a ser invisible, a no existir. Discriminado por los que no somos pobres, señalados, excluidos, olvidados, condenados y despreciados. Menos que los perros sarnosos que los acompañan. Esos son los pobres de las villas miseria argentinas, de las inmensas barriadas limeñas o fábricas de maras salvadoreñas. En Cuba se niveló para abajo, y créanme que se les fue la mano, porque están raspando el fondo del tarro. Pero su pobreza, es una pobreza de hermanos, de bolsillos vacíos que no conocen el resentimiento del marginado. Es una pobreza diferente a la que conocimos antes de venir a la isla, una más digna por muerte.

Pros, pocos pero de cuidado. La explosión, y nada más. La idea pero hace muchos años, no ahora. Decir basta y revelarse contra la opresión, pelear por lo que bien vale la vida. Ese momento, que duró mientras hubo un opresor. Apenas ahuyentada la bestia, el vencedor asumió el rol de la bestia. Y no hablo en el sentido patético de los revolucionarios modernos, que alzan banderas ajenas desde la inacción. De los que ni siquiera gritan, y se llenan la boca de palabras sin actuar jamás. Yo asumo que pertenezco a una generación de corderos y que vivo en una hora de quietud ridícula. No comparto los medios violentos, y no creo que estos sirvan en absoluto a los fines de obtener cambios profundos y sustentables. Aún así, aplaudo y aplaudiré siempre a los que se revelan contra la injusticia y la opresión. Aplaudo ese coraje que no he sabido encontrar en mi, ni a mi alrededor.


De la salud pública no hablo, porque no me consta el gran nivel que le adjudican. Hemos escuchado versiones de cubanos, tanto a favor como en contra.

Contras, infinitos y también de cuidado.
¿Gobierno para el pueblo? ¡Por favor! Quitamos el poder de las manos del enemigo, del imperialismo del norte, para dárselo a los cubanos -eso dicen-. Hasta hace poco los cubanos no tenían derecho de entrar en hoteles y círculos de elite. Hasta el día de la fecha es ilegal para todo cubano (salvo artistas, deportistas y algún otro) caminar junto a un extranjero en su propio país. I – LE – GAL. Lo del hospedaje ya lo hablamos.

No poseen los cubanos, la libertad para salir de su país a voluntad. Quien diga lo contrario está chicaneando, sin dar explicaciones y por que si, nadie puede salir de la isla. ¿Gobierno para los cubanos? La lista es infinita. No hay libertad de acción o expresión, todo pasa bajo la lente vigilante del estado. En resumen nada ha cambiado, los cubanos siguen como los campesinos de la montaña, atrapados entre dos fuegos. Si van por la revolución se los joden los de afuera por comunistas, si se alzan como voz opositora, se los cargan los de adentro por contrarrevolucionarios. No hay a donde ir, por ambos lados la tenaza se cierra sobre ellos. ¿Gobierno para la gente? No, como en todos lados; gobierno para el gobierno.

Y si la discusión se muere en que clase de sistema es mejor, pues a nada se llega. Porque el problema no es el sistema capitalista, ni el comunista, el problema somos los tipitos que vivimos dentro de ellos.
 Nuestras sociedades nos reflejan. Nos pesa ser lo que somos, pero no podemos hacer otra cosa.
¿Cuba? Cada quién se lleva su propia conclusión al pasar por allí. Buenos, malos, mejores, peores…. Para mí que hace dos días cumplí dos años de viaje junto a la Peque a través de 15 países de América, me resulta imposible mirar con simpatía la política de Fidel y sus muchachos. Y lo dice alguien que no está nada contento con la picadora de carne. 

Viajar dentro de Cuba fue distinto, empezando por el método que utilizamos para movernos entre ciudades. En las afueras de cada ciudad, existen los que se llaman “Puntos amarillos”. Como los bienes del estado son en realidad bienes de la gente (y eso es en todos lados), muchísimos automóviles y camiones manejados por empleados del gobierno, son en realidad medios de transporte potenciales para toda la gente. La cosa funciona así: Al llegar al punto amarillo se notifica al funcionario (obviamente vestido de amarillo), a que ciudad se desea viajar. Así se entra en una lista de espera y a partir de entonces, toca cultivar bastante la paciencia. El “amarillo” para a los coches de placa azul y les pregunta a donde se dirigen, si alguien va para allá ¡ZACATE! ¡Viaje gratis! Bueno, en realidad se pagan entre dos y tres pesos cubanos, dependiendo de la distancia del viaje (unos 6 centavos de dólar).  Todo parece ideal, pero no es tan así. En primer lugar hay muchos “amarillos” sin autoridad y con poco interés por hacer viajar a la gente. Además, muchísimos conductores no se molestan en parar, porque prefieren viajar solos, a tener un campesino maloliente a su lado (recuerden que este sistema, es utilizado preferentemente por la gente más pobre. De hecho cuando les contábamos a nuestros anfitriones que habíamos viajado con los amarillos, se agarraban la cabeza y se morían de risa). Usamos mucho este sistema, esperamos largas horas en la ruta (nuestra condición de extranjeros jugó en contra en el punto de Trinidad) y descubrimos dos cosas: Uno; la falta de sentimiento socialista de la gran mayoría de los cubanos. Dos; lo que ayuda a los fines de que los coches se detengan, tener un billete de veinte en la mano.

Aún así, recorrimos una buena extensión de la isla gastando poquísimo dinero y aprovechando la oportunidad para hablar con la gente. El regreso a La Habana desde Trinidad nos tomó el día completo, e hicimos nuestra segunda entrada triunfal a la capital, montados en la caja de un camión que si paraba, y lo hacía hasta cuando nadie se lo requería.  

 El interior del país, como en todos lados, es más vivible. Tanto Santa Clara, como Cienfuegos y Trinidad, son ciudades tranquilas de gente agradable y alegre. Ya de por si, el ritmo de los cubanos es bien tranquilo, y en las ciudades de provincia esta tranquilidad puede llegar aparecer una sana enfermedad. Influye bastante al respecto, el hecho de que como todos los cubanos son empleados del estado y su pobre sueldo no es proporcional al esfuerzo realizado en las labores, les da lo mismo hacer que no hacer. El carácter del cubano está impregnado de desinterés, a causa de la falta de motivación.

La más linda de las ciudades que visitamos, a nuestro juicio, fue Santa Clara. Su cadencia pausada, la pureza de su gente, su música y belleza nos cautivaron de inmediato. Allí visitamos el museo del Che, la biblioteca y “El Mejunje”. Este último sitio es una gran pista de baile con música en vivo, a donde los jóvenes se acercan para lucir su destreza con los pies. Nos llamó la atención lo sana que es la diversión de los jóvenes de Santa Clara. Casi ni beben en el lugar, posiblemente porque no les alcaza el dinero para hacerlo. Sea como sea, la música y el baile eran de primera. 

Faca posa en la puerta de "El Mejunje"





Tras pasar un día en Cienfuegos, sin mayores cosas para destacar, llegamos a Trinidad cuyo atractivo son las antiquísimas construcciones coloniales.

La ciudad es bellísima, pero la gran afluencia de turistas ya ha despertado en su gente ese afán por sacar al visitante algo, lo que sea. Es curioso como influye el turismo, sobre la manera de comportarse de los pueblos. Casi siempre se pierde algo de frescura y se gana otro tanto en especulación y oportunismo. 



Como viajábamos en plan cubano, gastamos poco pero también comimos muy mal. Casi siempre caminábamos durante horas hasta encontrar una pizzería, donde por 10 pesos cubanos (o cinco en el interior) comíamos una buena pizza napolitana. Nuestro menú casi no varió en absoluto, solo Mamita nos preparaba un sustancioso desayuno que contaba como almuerzo, antes de largarnos a la calle.



Podríamos pasarnos la vida hablando de todo lo que vivimos durante esos 10 días, pero ¿que objeto tiene? Lo mejor es que cada uno lo vea con sus ojos y saque sus conclusiones. Para nosotros fue una experiencia increíblemente enriquecedora, conocimos un mundo distinto por donde se lo mire. Un mundo sin publicidades, sin marcas ni ruidos. Un mundo menos competitivo, menos ávido de éxito (claro que esta palabra puede significar demasiadas cosas, pero hablo del éxito que lleva a algunos a pisar las cabezas de otros). Un mundo de austeridad, de necesidad y extraños fenómenos. Un auténtico cambalache donde el sálvese quien pueda, esta tan a la orden del día como en cualquier otro país latinoamericano. Un mundo que necesita propaganda política para sobrevivir al librepensamiento. Un mundo que necesita gente común; obreros comunes, técnicos comunes, soldados comunes, maestros comunes, alumnos comunes, y así. Un país que irónicamente se hace fuerte en la productividad del trabajo humano, pero aplaca el espíritu de sus obreros restringiéndolos de mil maneras (cometiendo el error de hacer al hombre chiquito). Un extraño mundo con virtudes y defectos. Incomunicado, desencajado y desengranado de la nefasta máquina mundial. Sometido, sometedor y orgulloso. Un mundo aislado no tanto por su condición de isla, como por su anacrónica existencia comunista. Un planeta con luz propia, sin demasiados amigos y un nombre cortito que despierta pasiones; Cuba.  


Disculpas por no haber hecho una publicación pre-navideña tal como nos era requerido, era la intención, pero se complicó. Como verán la Peque ya no es más Yah Rasta, la nave volvió al ruedo y nosotros, de regreso en México, estamos listos para seguir viaje al norte. Apenas 6 meses y unos 20.000 km nos separan de Alaska. A abrocharse los cinturones, que ahora pisamos el acelerador y no paramos hasta toparnos con un grizzly.

A todos les deseamos un 2010 enorme y feliz. ¡Aprovechenlo! Gracias por estar siempre ahí, los queremos conejos.
Braulio, Lupe, Titi, Ara, Beto, Aurea, Helgue, Sapo, Emi, Ceci, Rotem, Miriam y Victor agradecimiento eterno.

¡Arrivederci e buonafortuna!