jueves, 3 de diciembre de 2009

Una Simple Historia de Tortugas

Capítulo I: Todo menos una simple historia de Tortugas.
Continuando nuestro viaje por el rocoso mundo maya, ya en Guatemala una vez más, saltamos de un sitio arqueológico en otro sin parar. Honduras y Copán quedaron atrás, apenas un día nos tomó llegar a Quiriguá, otra ciudad perdida en el bosque. El camino se vuelve menos exigente a medida que avanzamos sobre la península, la nave comienza a correr a buen ritmo por los terrenos llanos, pero la cortina de humo que vamos dejando al andar no es nada alentadora. Para nuestra entrada a las ruinas mayas guatemaltecas, tuvimos como regalo de Patrimonio Cultural de Guatemala, un salvoconducto que nos exhoneraba de pagar los tickets correspondientes en cada sitio (Juan y Aymi lo habían conseguido primero y nos pasaron la voz). Hicimos una lista de los sitios que queríamos conocer y ellos los incluyeron a todos en el documento. Nuestra precaria economía viajera, agradeció infinítamente la ayuda y le sacamos el jugo a la situación.

Las estelas de Quiriguá, son las más altas que hemos visto. La influencia del arte de Copán se ve claramente aquí, aunque si de odiosas e infructuosas comparaciones se trata, la calidad de todos los tallados de las ruinas ubicadas en Honduras, superan por mucho a las de todas las demás que hemos conocido.

Nuestra visita a Quiriguá fue cortita, en una hora habíamos recorrido todo el lugar y la lluvia no invitaba a quedarse contemplando las gigantescas moles de piedra por mucho tiempo. Así es que antes de lo pensado, ya estábamos en la ruta nuevamente. Aquel mediodía, aprendimos una lección que ya alguna vez habíamos vivido. Estábamos en un pueblito a pocos kilómetros de las ruinas y llovía torrencialmente. Un curioso se acercó al auto y nos ofreció un paraguas, yo le dije que gracias, pero que no lo necesitábamos. Solemos resistirnos a cargar muchos objetos en la nave por lo acotado del espacio. El hombre insistió "pero te lo estoy regalando" sin entender porque yo no lo tomaba. Yo volví a decirle amablemente que no lo necesitábamos, que mejor lo guardara para usarlo él. El hombre se alejó con una cara de desilusión que nos rompió el corazón, lo veíamos hablando con sus amigos, gesticulaba intentando explicarles que no habíamos aceptado el regalo y todo el mundo quedó triste. Nosotros por ingratos, y él, porque no logró satisfacer su deseo de ayudarnos con su humilde aporte, en nuestro gran viaje americano. Ya una vez en Colombia me había pasado lo mismo cuando en Cali, Lewis me quiso pagar la llenada del tanque de gasolina. Como él y Patty nos estaban hospedando y ayudando ya muchísimo, no quise abusar de su buena voluntad, pero al final, a Lewis no le gustó mi ingratitud y la situación fue muy incómoda. Lección aprendida por dos. Los regalos se aceptan con una gran sonrisa en el rostro, sin vueltas.

Los increíbles tallados en las estelas de Quiriguá.

Ya dejando las ruinas, entre infinitos bananales, seguimos con la brújula orientada al norte. Poco a poco la selva se fue espesando, y las pequeñas lomadas se empequeñecieron hasta convertirse en una eterna carpeta. En el llano, los kilómetros quedan atrás a gran velocidad y avanzamos a buen ritmo hacia las famosas ruinas de Tikal, en el norte Guatemalteco.

Una parada técnica en el camino para telefonear a Jose, nuestro arqueólogo de cabecera. Con las indicaciones y consejos pertinentes, humeando cada vez más, hicimos los últimos kilómetros que nos separaban de las ruinas.
Faca penetra por un ancho camino en la selva del Petén, para descubrir los majestuosos edificios, construidos cientos de años atrás.
"Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera."

La Peque como siempre, con hambre es capaz de buscar los bocadillos más impensados.

En tikal, la grandeza y poder maya, adquiere otro significado. Ya no son aquí, las esmeradas columnas, los altares y jeroglíficos lo que revela el inmenso ego de los líderes mesoamericanos. En cambio, el tamaño monumental de las edificaciones de la ciudad, la convierten en la gran tierra de los reyes. Dos de sus templos son los más altos de la América prehispánica, alcanzando el templo IV (si mal no recuerdo) los 72 metros. Aquí se encontraba el poder. Desde aquí se sometía al resto de las ciudades vecinas, acopiando el esfuerzo de sus brazos y los frutos de esos esfuerzos. No todos los caminos conducían, entonces a Tikal, pero si lo hacían los más importantes.

Faca sentado en las escalinatas del templo V, da una idea del tamaño de esta construcción.
Y mientras deambulábamos por los senderos, entre templo y templo, vimos dos siluetas familiares, y escuchamos voces igualmente conocidas. Se trataba de los "estacionarios" Juancho y Aymi, que habían llegado al sitio el mismo día que nosotros, pero una hora más tarde.

Los viajeros sean unidos. Los fantastic four, una vez más juntos, posan frente a la pirámide del Gran Jaguar, en la plaza principal de la ciudad.

Dolores, dolores... que va a decir tu madre....
Tras haber nadado en un río atestado de cocos en Costa Rica, nos sentimos confiados en la presencia de estos simpáticos felinos. Los de menos de 4 metros no comen gente, al contrario, son una buena opción para llevar a la olla y hacer carteras.

Nadie se baña en el río dos veces porque todo cambia en el río y en el que se baña.
Antes de abandonar a Guatemala definitivamente, diremos que es un país que vale la pena ser visitado. A pesar de su tamaño, nos pasamos dos meses deambulando por sus montañas y selvas. Guate tiene de todo, para los amantes de la naturaleza mil destinos hermosos y con el plus de una fuerte presencia indígena. Volcanes, lagos, montañas, selva, ruinas, ríos ¿que no tiene este país? Conocimos muy buena gente en Guate, por lo que queremos agradecer a Jose y Gaby. Si no hubiese sido por ellos, no hubieramos girado tanto en el país. Y finalmente a la hermosa gente de Cobán, a todos, Karla, el clan Archilae, Victor y Roxana, a todos mil gracias por regalarnos la posibilidad de conocer su bellísima tierra. Y a los lectores que tienen la posibilidad de viajar, tomen nota: Guatemala.
Aquella noche, levantamos campamento en Tikal, con nuestra flamante casa (regalo del Indy guatemalteco), quedamos a salvo de los mosquitos y logramos conciliar un sueño profundo. A la mañana siguiente, con poco tiempo de ruta, estábamos entrando en Belice. Todo fue distinto de lo que esperábamos en el país caribeño. Prácticamente no conocíamos a nadie que hubiera transitado estas latitudes y la imagen mental que nos habíamos hecho, no pudo haber sido más errada. En guatemala, con la inestimable ayuda del cónsul argentino, conseguimos tanto Juancho y Aymi como nosotros, visas de cortesía para ahorrarnos los U$S 40 que cobran por ingresar al país. La embajada beliceña en Guate era un lujo y por el hecho de haber sido colonia inglesa, imaginamos un país de elite, con un turismo pudiente. En lugar de esto, nos encontramos con un país inundado, con poca agricultura y desarrollo a los lados del camino. En contadas horas nos encontrábamos ya en la Ciudad de Belice, sobre las costas del Mar Caribe. La ciudad metía miedo, muy abandonada, pobre y con gente que al menos en principio no demostraba mayor simpatía. Como era de esperarse, los cuatro viajeros fuimos a dar al cuartel de bomberos, donde conseguimos un lugar seguro para pasar la noche.

Rápidamente salimos a pie a recorrer la ciudad que no tiene prácticamente ningún atractivo. Lo que nos extrañó muchísimo fueron los precios de las cosas (en dólares beliceños), altísimos para un país con tanta pobreza. Nuestra idea original era quedarnos unos días, tal vez una semana, vendiendo bijouterie en la calle, pero rápidamente entendimos que estos planes no prometían demasiado. Quisimos comprar unos víveres en el supermercado y salimos espantados. Ya oscureciendo regresamos al cuartel de bomberos, bastante alertas mientras transitábamos las oscuras calles, donde los mulatos nos miraban pasar, sin acreditar nuestra presencia en su suelo.

Nuestra estadía en el país fue tan acotada como nuestro registro fotográfico. En el cuartel intenté interiorizarme de la historia y situación del país charlando con uno de los muchachos, pero la verdad, es que no entendía ni la mitad de las palabras que disparaba aquel hombre en un inglés caribeño indescifrable. Poco tardamos en decidir que la mañana siguiente saldríamos para México.

Suponemos que todos aquellos que nos hablaban de las bondades de Belice, se referían puntualmente, a sus islas y cayos, que quedan enmarcadas por el arrecife de coral viviente más extenso de todo el planeta. Aquel paraíso submarino, estaba a la más corta distancia, pero sin embargo, infinitamente lejano, debido a nuestra precaria economía de viajeros sudamericanos. Desgraciadamente, poco es lo que les podemos contar de este misterioso país del que poco se habla. Lo que no podemos ocultar, es que en nuestro caso (aunque pecando por nuestra escueta voluntad para interiorizarnos allí de las cosas), salimos medio espantados de aquellas tierras de afroamericanos angloparlantes.
Así fue que amanecimos y en contados minutos llegábamos a la frontera con el país azteca.

La entrada a México nos recibió con el inconfundible bocho.
Emprendimos nuestro viaje hacia la primera ciudad que veíamos en el mapa; Chetumal. Tras dar algunas vueltas, decidimos viajar hasta un pueblo cercano llamado Calderitas. Era domingo y pocas ganas teníamos de volver a pasar la noche en la ciudad. Nuestro paso por la bodega (supermercado), no pudo ser más feliz, los precios de México, nos invitaban a comer rico y baratísimo, asíque todos salimos de allí con grandes sonrisas (y lo más parecido a facturas que habíamos visto en mucho tiempo).
Ya en calderitas, poco nos importó buscar donde levantar campamento, en cambio el verde profundo del caribe mexicano nos atrajo como un poderoso imán, y así bajamos la temperatura que la ruta había impuesto a nuestras membranas.
Hicimos una estocada al recepcionista de un camping de lujo para pasar allí la noche, sin mayor éxito. Más tarde conseguimos un lugar en las orillas para quedarnos, pero, finalmente tras hablar con la policía local, decidimos seguir buscando. Algo nos llevó a emboscar nuevamente al recepcionista del camping (ya oscurecida la tarde), esta vez con mayor elocuencia y nuestro comodín infalible, el legendario Citroën de dos cilíndros. Esta vez, el hombre se aflojó y nos permitió pasar allí la noche, sin costo alguno.
Es interesante recordar aquellos primeros días de viaje cuando, incluso estando en nuestra propia patria, al caer la tarde nos inquietábamos y apresurábamos a buscar paradero. Ya como viajeros experimentados, tomamos todo el asunto con una tranquilidad que nunca hubiéramos imaginado y los resultados suelen ser siempre buenos.

Amanece en el paraíso, esta vez con mucha parsimonia comenzamos a acondicionarnos para el viaje, tras un prolongado desayuno. Estamos en la península de yucatán, y el mapa nos invita buscar playas de blancas arenas y cálidas aguas. Así lo hacemos y apenas pasado el mediodía, llegamos a Tulum.
Tulum es un pueblo no muy grande, con las que posiblemente, sean las más hermosas playas que jamás hayamos visitado. Un mar transparente y de un movimiento apenas insinuado y turquesa nos recibe en soledad. Es temporada baja y el paraíso nos pertenece casi de manera exclusiva.
Tras haber exprimido hasta la última gota de sol en la costa, terminamos en el cuartel que comparten la Cruz Roja, los bomberos y la policía a unos cuantos kilómetros de la playa. Si bien el lugar es enorme, los muchachos asediados por los mosquitos que no dan tregua, nos dicen que no hay sitio y no podemos armar allí la carpa. Parados delante de las naves, discutiendo los pasos a seguir, Juancho sentencia -quedémosnos acá tranquilos que en cinco minutos la solución va a presentarse sola-. No fueron cinco, fueron dos. Sergio Tapia (Quien curiosamente comparte nombre completo, con nuestro gran amigo de Lima, en cuya casa compartimos junto a su familia durante un mes) jefe de toda la policía de Tulum, llegó al destacamento y casi sin darnos tiempo de contarle nada, nos invitó a pedirle cualquier cosa que necesitemos. Finalmente fue ducha y corriente para cocinar, acordamos acampar en la playa que nos remarcó, era completamente segura, más fresca y con una población de mosquitos considerablemente menor.

Nuestro campamento en playa maya duró tres días. El lugar es increíblemente bello. Nos pasamos los días con el snorquel explorando los riquísimos arrecifes coralinos y descubriendo extrañas criaturas marinas, o tirados al sol, carbonizandonos poco a poco.
A escasa distancia de nuestro asentamiento, se encontraban las ruinas de Tulum. Si bien estas no son de gran embergadura o fino arte, su atractivo es su cercanía al mar.

Caminamos hasta donde se pudo, y entonces dijimos ¿y si nadamos hasta las ruinas? Con el agua a la cintura de a tramos y nadando por momentos recorrimos los 400 o 500 metros frente al acantilado hasta dar con la playa donde los turistas que habían entrado por las vías tradicionales, se bañaban felices. Nos mezclamos con la multitud, recuperamos el aliento y ya descansados intentamos la hazaña. A la vanguardia comencé a subir los escalones que conducen a las ruinas despreocupadamente, hasta que el sonido del silbato dio por tierra nuestra sencilla estratégia llamada "un cordero más", que pretendía mezclarnos con la muchedumbre para así obtener el acceso al sitio. Lo más divertido vino a continuación, cuando el guarda me pide el ticket, a lo que le respondo con toda naturalidad - Ticket no tengo, yo vine nadando-. Como comprenderán la incursión terminó con nuestro regreso a nado hasta territorios más seguros.

Y así se fueron los tres días, entre cocos, buceo y fulbito playero. Todas las tardes íbamos a ducharnos y cocinar al destacamento y por la noche armábamos la carpa a orillas del mar.

El único desafío era ir al baño, para lo cual debíamos entrar un poco en la selva perdiéndonos de vista, y quedando totalmente a merced de las hordas de mosquitos hambrientos que nos picaban a razón de 15 a 20 picaduras por minuto.

El Citro arenero por las playas de Tulum, seguido por su fiel amiga Estan.
Emprendimos viaje en caravana hacia Playa del Carmen, pero por un momento, nos perdimos y llegamos separados cada quién en su nave a la ciudad. Esa misma noche, nos reencontrabamos con los chicos en..... el cuartel de bomberos.
En Playa, las dos primeras noches las pasamos en el cuartel, debíamos buscar otro sitio para quedarnos, ya que como en Belice no hubo caso con las ventas, pretendíamos probar suerte aquí durante varios días. La solución cayó del cielo solita.
Una noche vendiendo postales conocimos a Aurea, una mexicana del DF, que vive aquí y nos invitó generosamenta a su casa en las afueras de la ciudad. Esta sería la primera de más de 12 mudanzas en Playa...

De izquierda a derecha, Aurea, Dr Faca y Paulina. Nos quedamos dos días en lo de Aurea, donde teníamos un cuartito y una cómoda cama, tras varios días de camping.
Pero por si la comodidad y compañía adquiridas no fueran suficientes, los dioses nos mandaron otro regalo.
Prohibido "V"ajar Cocos, o si lo querés in english "Prohibit coco not" Buenísimo.

Y así nomás, de la nada, a Loli se le ocurrió que quería hacerse rastas, poniendo a Aymi y Juancho a trabajar durante tres días.
Aymi se pone la camiseta de Bob para inspirarse.
Bueno volviendo a los regalos de los dioses; cuando abrimos nuestro correo, nos encontramos que un sueco llamado Helgue Struesson, se topó con el citro estacionado en la calle, anotó la dirección del blog, entró y tomó nuestros datos, mandándonos a continuación un mail. Helgue nos invitaba a su hotel Playa Palms, a pasar el tiempo que necesitaramos sin cargo. Imaginen nuestra emoción. Fuimos en busca del generoso sueco y de la nada teníamos un departamento con dos habitaciones, cocina, baño, todas las comodidades y picina incluída para disfrutar durante una semana. Como había lugar de sobra, le preguntamos si podíamos invitar a Aymi y Juancho a lo que accedió feliz. La alegría de los chicos cuando vieron el lugar (ellos llevaban ya cuatro días en el cuartel de bomberos).... ¡¡¡una semana a puro glamour!!!!


Y hablando de glamour; Yah Rasta.
Aquella semana nos dedicamos a vender postales, ya que como Playa es muy turístico, en la calle no permiten la venta de artesanías. Así de bar en bar (trabajando) y restaurant en restaurant (idem paréntesis anterior), nos preparabamos para recibir una súper visita, tras esa semana, llegaban Mirtman (progenitora de Dr Faca) y Guada (sister de su servidor), de visita a Cancún durante seis días.

Durante esa primera semana en Playa, Marta nos invitó a participar de su programa radial "Te cuento un cuento". Esta fue la primera y única entrevista que nos hicieron destinada a un público infantil. Supuestamente eramos duendes de la Patagonia y nos dirigíamos a Alaska a una convención de duendes a efectuarse en el 2010. Muy divertido.

Veníamos circulando con la nave una tarde cuando Miriam, se nos acercó en un semáforo y nos dijo - Mi esposo es argentino, es fotógrafo, dice que le gustaría sacarles unas fotos con el auto-. En fin, después apareció el mismo; Victor. Charlamos un rato, nos dio su tarjeta y esa noche volvíamos a encontrarnos saliendo de la bodega, a donde acudimos para proveernos de insumos y festejar la primera noche de hotel con cerveza y rica comida. Victor y Miriam se sumaron al festejo, poco a poco, se convertirian en grandes amigos y protagonistas de nuestro pasaje por estas latitudes de México.

Más joda con buenos amigos. Se agregan a nuestras filas ahora Noti, Francisco y Andrés. Noti y Fransisco, vinieron hasta méxico manejando una combi Volkwagen desde Argentina. Ya los habíamos conocido en León (Nicaragua) y nos reencotrábamos en Playa. Siga el baile, siga el baile.
Aquella fue una semana increible, pero la que vendría los sería aún más.
A todo esto, el Citro comenzaba a andar cada vez peor y el humo que dejábamos al andar era ya más denso que las cenizas del mismísimo Arenal. Al parar en los semáforos, todo el mundo se quedaba viéndonos, como diciendo ¿como puede largar tanto humo esa cucaracha? Aquellos comprometidos con el medio ambiente nos miraban con ansias de estrangulamiento, y hasta un policía nos instó a que mandemos el auto a "afinar". Por eso, no iba a ser posible movernos con Guada y Mirtman en la nave. La descepción era absoluta, pero las chicas llegaban con varios repuestos traidos de Argentina, por lo que el plan fue dejar la nave parada (en el garage de el hotel El Taj, cedido generosamente por su dueño a la causa citronera), y comenzar el trabajo de resucitación del bólido, una vez acabada la visita.

Mirtman y Guada hacen pie en el aeropuerto internacional de Cancún. Nosotros como buenos paisanos que somos (nunca tomamos un avión en nuestras vidas), confundimos la información que Guada nos envió por mail y llegamos a buscarlas con cinco horas de anticipación.

El festejo del cumpleaños de la Pendex (quien no la recuerde, vea las publicaciones de Costa Rica, donde la recibimos con honores visitando juntos Puerto Viejo y zonas aledañas), no se hizo esperar. Las chicas tenían reserva en un hotel "de marca" de Cancún donde sigilosamente, nos acomodamos los cuatro de zopetón, durante las seis noches.
El primer día Mirta casi se muere. Era el cumple de Guada y quisimos llegar hasta Playa del Carmen en un autito alquilado (no nos juzguen por esto). Bajamos a la playa y a la hora, la doña ya no tenía fuerzas ni para respirar. En fin, nunca supimos bien si jue que se insoló, el viaje le pegó duro, o que, pero tuvimos que emprender una retirada estratégica a las lujosas dependencias en Cancún. Lo que si es seguro, es que para la noche estaba totalmente repuesta, si no nos creen, véanlo con sus propios ojos.

Saquen sus propias conclusiones (y por supuesto, quien lo crea necesario, es libre de expresarse en la sección -comentarios-).

Listos para unirnos a las tropas de Pancho Villa. Ándale, ándale, ándale (sonido de tiros + sapucay).
La visita de Mami y Guada fue impagable. No podríamos haber recibido un regalo más lindo. La verdad es que tras casi dos años de viaje, necesitabamos un poco de familia. Todo el cansancio, toda la extrañitis, los problemas de la nave, todo se desvaneció apenas aparecieron las chicas. Aquellos días fueron mágicos, claro que a Mami casi la mátamos con nuestro ritmo y aventuras, pero en el aire se respiraba solo felicidad. Los cuatro amuchados en la habitación del hotel, haciendonos cómplices en nuestro pequeño "delito", compartiendo este viaje que para nosotros es tan importante, y en un paraíso como lo es Yucatán, mejor imposible. ¡¡¡¡WHY NOT!!!!

¿Y por que no? Recuerden que los kayácccsss están a su disposición en la playa.
Tuvimos que alternar los paseos a lo americaencitro con días de descanso en la piscina del hotel. Solo así logramos devolver vivita y coleando a Mirtman, a los brazos de Beto en nuestra querida pámpa húmeda.

De la vida tranquila del hogar y los cines marplatenses, a bucear en una cueva, entre murciélagos y luego en pleno mar abierto en un arrecife de coral. Mirtman demostró su temple y pasó la prueba.

Dr Faca y sus chicas en Tulum.
Y a la hora del escavio, no le costó conseguir cómplices a Loli. Pruebe una muestra gratis decía el letrero, no las pudimos separar de la mesa hasta que abandonamos el recinto.

Ellos.
Seis días más tarde, abandonábamos a las chicas en Cancún, para volver a nuestra vida nómade (aunque durante este último mes no lo sería tanto). La despedida, fue muchísimo más dura que aquella del 27 de diciembre del 2007, costó y mucho, pero lo que nos han alegrado el corazón estas dos pebetas no tiene nombre. Por eso sobre todo a Guada (gestora del asunto) un millón de gracias. Mamucha, sin palabras.
Y habiendo pasado por ruinas en Guatemala, la tenebrosa Belice City, playas paradisíacas y demás eventos celestiales, los dejamos con una simple historia de tortugas.
Capítulo II: Una simple historia de Tortugas.


Eran las dos de la tarde. Herbert, Morris, Hilda, Luc, Marcela, Maca, Anibal, El gordo Ale, Betsy y Frida venían bajando de una mano. Todo estaba bien.

Pero de repente, y sin anuncio pervio, se toparon con los malvados. Los malvados eran tres y eran muy malos. Herbert, Morris, Hilda, Luc, Marcela, Maca, Anibal, El gordo Ale, Betsy y Frida que hasta hacía un segundo venían bajando de una mano, no supieron bien que hacer y se quedaron mirando.
Los malvados que eran tres, y eran muy malos, les dijeron de todo, todas cosas feas y se rieron mucho de las tortugas. El líder malvado que era el pez, fue el que dijo las cosas más feas, pero por suerte no pasó nada, a las tortugas no les pasó nada y el cuento terminó feliz.
Fin.
¡¡¡Arrivederci e buonafortuna!!!

miércoles, 11 de noviembre de 2009

La siesta de Gregorio Mendel

Nuestro regreso no planeado a Ciudad de Guatemala, tuvo que ver con la confirmación de Citroën para realizar una rueda de prensa y mantenimiento a los frenos de la nave. Así, cuando lo lógico era subir de Cobán al Petén, volvimos a la Capital a través del nuboso, elevado y húmedo territorio sagrado del quetzal, y el caliente bosque espinoso guatemalteco. Ya en la ciudad, se complicó un tanto conseguir un techo. Los bomberos no fueron nuestra salvación esta vez. Nos encontrábamos dando vueltas sin saber muy bien a donde, cuando al otro lado de una avenida, alguien agita sus brazos y nos llama. Resultó ser Pablo Palmieri, periodista y fotógrafo de su propio diario "Diario Viejo". Su proyecto curiosamente publica noticias sucedidas, a veces, una veitena o trintena de años atrás. En fin, finalmente terminó haciéndonos una nota. Entonces aprovechamos para pedirle que nos ayude a solucionar nuestro problema de hospedaje, diez minutos más tarde, teníamos una noche de regalo en un hotelito pintoresco perfectamente ubicado, cerca de nuestra cita del día siguiente en la concesionaria Citroën.
Aquella mañana, nos preparámos para asistir a nuestra cita y tras agregar algo de aceite a la nave, Faca se olvidó de cerrar la tapa. A los dos kilómetros, el humo que salía por debajo del capot, nos obligó a parar y nos encontramos con todo el motor empapado de aceite. Mientras limpiábamos todo con papel higiénico, un periodista que iba en camino hacia la misma entrevista que nosotros, se detuvo y terminó indicandonos el camino a Citroën.
Una vez en el lugar, fuimos recibidos amablemente por David Melgar, el gerente de la marca en Guatemala y poco a poco fueron llegando los periodistas de TV y diferentes revistas de automotores. Tras la pequeña rueda de prensa, donde el Citro fue el gran protagonista, nos arremangamos y empezamos a trabajar con la nave.
Lo de los frenos fue un juego de niños, hicimos cambiar las cintas y regulamos todo al pelo. Cuando todo parecía terminado, comenzó una extensa seguidilla de problemas mecánicos que no iba a tener fin..... hasta.... ¡México! Nunca sabremos exactamente si el incidente del aceite fue el detonane o no, pero al poner a andar el motor, un espeso humo blanco brotaba del escape, y sobre todo, de la respiración del tubo de bajada del aceite. Tras las consultas pertinentes al apoyo técnico de americaencitro en Argentina (Alfredo - Beto - Guillermo), llegamos a la conclusión de que teníamos un aro roto.
Quedábamos obligados a permanecer en la ciudad hasta solucionar el problema. David, generosamente nos ofreció el comedor de la empresa para poner nuestro ya histórico y multiparchado colchón inflable cada noche. En el lugar además teníamos agua potable, mesada para nuestra cocinilla eléctrica (adquirida por 3 dólares en Antigua), y la inmejorable compañía del sereno, Francisco. El taller, las herramientas y un elevador fueron puestos a nuestra plena disposición. Como teníamos un juego de aros (usado, pero en buen estado), Faca se tiró a hacer el trabajo solo.

Un día para desarmar y limpiar, y otro y medio, para armar todo prolijito y poner la nave en marcha nuevamente. Malas noticias, encender el motor, el humo se extendía como una infinita cortina blanca ante nuestros ojos una vez más. ¿Que puede estar funcionando mal? Los aros no pueden ser, estában usados pero al sacarlos en aquel eterno trabajo en Bucaramanga, el auto no hechaba ni una gota de humo. No puede ser, algo más tiene que haber, pero todos coinciden en que el problema son los aros y vamos por un segundo intento.

Entre un arreglo y otro, nos hicimos una escapada para conocer a la gente del Club de autos Clásicos Británico de Guatemala. La nave tuvo buena compañía y nosotros hicimos grandes amigos, que más tarde nos darían una mano para solucionar nuestros problemas. Eric, Jean Louis y Paco, serían nuestros ángeles protectores durante el resto de nuestra estadía en la ciudad.
Jean Louis (francés criado en Argentina y con un acento más criollo que el nuestro), nos hospedó en su casa hasta que dejamos la ciudad. Además nos dio una mano en el taller de otro francés, Eric (restaurador de autos clásicos y coleccionista de toda clssase de bártulos de antaño), que de aquí en más también nos brindaría su ayuda reparando la nave. Finalmente Paco (español), que posee un Citroen 2CV francés, nos donó un juego de aros nuevos de Fiat, que sabía, le andaban al pelo a los pistones del noble corcel.
Otra vez a desarmar, pero ahora, bajo la supervisión de tres expertos en autos clásicos. Como solo no tuve éxito, decidimos contratar a Paulino, el mecánico oficial de la casa para no volver a errar en nada.
Por aquellos días nos reencontramos también con Aymi y Juancho, los locos bahienses que viajan hasta Alaska en una Estanciera de la misma edad de la nave. Aymi escribió un libro sobre su viaje y ahora están esperando que les lleguen los ejemplares impresos desde El Salvador.
La última vez que nos habíamos visto fue en Costa Rica y tenemos muchas cosas para charlar, excelente excusa para comer canelones de verdura de la mano de Aymi y Loli.

Bon apetit. Los cuatro fantásticos nos volvimos a separar, pero pronto llegaría el nuevos reencuentro. Al norte, justo antes de abandonar Guatemala en las ruinas de Tikal.
Pasado el fin de semana, volvimos a poner manos a la obra. Aprovechando los talentos de Eric como restaurador, mientras trabajábamos el motor, la nave recibió algunos recauchutajes extra que nunca están de más. Arreglamos algunas roscas comidas, una de las ópticas y lo más importante, el burro de arranque, que venía fallando desde Nicaragua.

Metidos bien hasta las manos en nuestro viaje, a veces cuando las cosas se ponen difíciles (y así se iban a poner en adelante), comenzamos a sentir el desgaste del que no se detiene nunca. Sin embargo, entendemos que de nada serviría todo esto, sin obstáculos. El primer año de viaje, los dioses soplaron solo vientos favorables y ciertamente nosostros supimos aprovecharlos. Ahora, si lo analizamos objetivamente, los dioses siguen soplando a nuestro favor, pero somos nosotros los que ya no logramos verlo con claridad. Nuestros problemas se resumen a las averías de la nave, pero no hemos pasado anguistias de otro tipo. Nunca nos faltó que comer, siempre conseguimos acurrucarnos en algún lugar para pasar las noches, y siendo nuestra amada latinoamérica una tierra tan "pobre" y violenta, practicamente nunca nos encontramos de frente con el peligro. Averías en el auto ¿son esos problemas? Pues al menos no son problemas graves, solo que nosotros dependemos tanto de nuestro Citro, que la confianza que sentimos al andar, es directamente proporcional al funcionamiento de la nave.
Este viaje que hemos emprendido es una maravilla. La mayor parte del tiempo las cosas no podrían salir de mejor manera, y no hacemos más que disfrutar. Y cuando las cosas se ponen difíciles, se aprende. Se aprende tanto, se conoce tanto y se hacen tantos amigos que cuesta creer si lo que vivimos es real. Cuestionarnos, aún esto, aún este regalo que por algún motivo estamos recibiendo, es nuestra naturaleza. Pero en este último tiempo, me he dado cuenta de que no podemos cometer el error de perder la perspectiva de las cosas. Me proyecto al pasado, y vuelvo a concentrarme en los motivos que nos animaron a emprender este largo camino. Vuelvo a hacerme mil preguntas en ese instante que precede al sueño y una sonrisa invade mi rostro. Camino correcto no hay ninguno, como tampoco los hay incorrectos. Los caminos no son más que una linea a transitar, lo que a nosotros nos sucede en ese tránsito, en ese ser o devenir, eso es lo que realmente importa. Miro a la Peque y me maravillo de lo que ha alcanzado, de lo que ha crecido y de la naturalidad con la que se abre camino al andar. Miro para adentro y no puedo menos que maravillarme una vez más. Miro atrás, y lo mismo. Miro a un lado, o adelante y veo oportunidades, veo una magia difícil de alcanzar y que sin embargo nos transforma con cada segundo que pasa.
No es poca cosa la felicidad, ni es poca cosa el amor.

Eric se toma la cosa en serio. Además nos invitó a almorzar con su hermosa familia. Cada vez que las cosas se ponen peludas, aparecen estos protectores del camino, que nos mantienen de pié.

El pistón de la discordia. Algo increíble sucedió con este pedazo de metal moldeado. Mientras todos concentrábamos nuestras energías y atención en los aros, cambiándolos una y otra vez, él
se las arreglaba para pasar desapercibido. Hoy con el problema resuelto y preparando esta publicación del blog, vemos algo increible. Este pistón pasó por mis manos y las manos de tres mecánicos expertos y nadio vió lo evidente, lo que se alcanza a ver aún en esta fotografía. Sacando la carcomida (vieja y originada en algún momento lejano de la vida de la nave), hay una grieta, una quebradura del pistón que parece imposible haber psasdo por alto. Miren justo al medio en el corazón de la cabeza, a un lado del brillo de la luz. Una linea, una sutura baja y atraviesa toda su existencia. ¿Como puede ser que no lo hayamos visto entonces?

Faca comprueba la luz del aro dentro de la camisa. Los aros nuevos de Fiat, que Paco nos regaló, quedaron con anillo al dedo. No vimos aquel pistón partido y procedimos a asentar válvulas, cambiar retenes y armamos todo con aquellos aros nuevos.

Felices posamos frente a la nave. Jean Louis, Eric y los de Fuego, todos creemos que el trabajo está terminado, pero esto recién empieza.
Nos despedimos de nuestros grande amigos y finalmente abandonamos la ciudad para no volver a regresar. Nuestro destino inmediato esta en Honduras, en las famosas ruinas de Copán, a apenas 10 kilómetros de la frontera con Guatemala.
En rojo marcamos nuestro recorrido en Guatemala. Dos meses deambulando con la nave de aquí para allá. Después nos preguntan ¿por que viajan tan lento? Conocer realmente los paises, lidiar con las averías del Citro y generar el dinero a la vez que andamos. Todo esto, sumado a que no tenemos prisa y nuestro promedio de velocidad no supera los 45 km/h (casi todo el viaje es sobre las montañas, trepando en primera o segunda a 1o y 30 km/h), da por resultado, nuestro ritmo absurdamente pausado.

Dormimos en el pueblo El Florido, del lado guatemalteco. Conseguimos un lugarcito para la nave y armamos nuestra flamante carpa que es un verdadero lujo. La frontera de Honduras, como bien sabrán estaba un poco complicada, con toque de queda de seis a seis, mil camiones retenidos sin poder circular y una sensación de total incertidumbre se respiraba en el ambiente. Lo bueno es que como el pueblo y el paso son muy tranquilos, no había posibilidad de desmadres. Mientras Zelaya y el resto del país resolvían sus asuntos, nosotros pasamos una vez más a Honduras para conocer una de las ciudades mayas más espectaculares que hayamos visto.
La nave se quedó en Guate, no se sella salida del país, ni entrada a Honduras. Solo nos dieron un papelito y pagamos si mal no recuerdo dos dólares cada uno para hacer la movida. Tomamos una pequeña combi y apenas una hora más tarde estábamos en las ruinas.

Lo que destaca a Copán del resto de las ciudades mayas que hemos conocido, es el sofisticadísimo arte que producían sus gentes. El detalle, la belleza y la técnica que se ven en las esculturas, estelas, jeroglíficos y altares de Copán, no compiten con el de el resto de las ciudades. Este arte se eleva por encima de todo lo que hemos visto, y de todo lo que nos quedaba aún por ver. Como bien nos dijo Jose, nuestro arqueólogo de cabecera: Si Tikal es la Nueva York del mundo Maya, Copán es París.
La sensación que genera estar de frente a las estelas que el gobernante Dieciocho Conejo hizo construir, para perpetuarse eternamente, es de absoluta admiración. Más allá de la belleza del trabajo, nos impacta comprender lo poderosos que se sentían estos líderes. Al ver su postura, los adornos, el gran esfuerzo por engrandecer su tamaño y su magnificencia, entendemos el concepto que tenían ellos de sí mismos. Creían ser no mucho menos que dioses, con todas las letras. Se elevaban por encima de la existencia de todo lo demás y mandaban. Era necesario que el pueblo se admirara y creyera en su condición divina, solo así podía ser gobernada semejante cantidad de gente.

Los jeroglíficos en el resto de las caras de las estelas, narran hechos históricos sucedidos durante el gobierno de Dieciocho Conejo y tiempos pasados. La escritura evolucionada, su sistema numérico (el primero en incluir el concepto del 0) y su preciso calendario, prueban el altísimo nivel cultural que alcanzó esta civilización mesoamericana, antes de desvanecerse vencida por sus propios errores.

Muro restaurado por Helmut Koin, el famoso arqueólogo alemán disléxico.

En su esplendor la ciudad albergó a más de 20.000 almas. Los motivos de la caída de esta civilización obviamente siguen siendo discutidos. Los investigadores dicen que los mayas nos tenían un manejo sustentable de los recursos naturales de los que se nutrían. Devastando los bosques que rodeaban las ciudades, no fueron capaces de sostener sus monumentales obras y su sistema de organización social. Todo aquel poderío terminó por colapsar, aplastado por el rigor de la naturaleza que se cobró justa venganza. Interminables sequías y campañas agrícolas nefastas acabaron con el poder de los goberantes que tuvieron que resignarse a ver como sus súbditos perdían sus pasos entre la selva, alejándose de las ciudades, con rumbo a tierras lejanas.

Piensa luego existe.

La Escalinata Jeroglífica cuenta con más de 1.250 bloques de inscripción. Representa una narrativa histórica que resalta los logros de los antepasados de Humo Caracol, decimo quinto Gobernante de Copán.

En la foto se ve uno de los lados de la cancha de pelota. Los mayas concebían al juego de pelota como un ritual. El juego de pelota representa los orígenes del universo y pretende reactivar los mitos de la creación del maíz y otros fenómenos astronómicos. Éste es un rito de iniciación, muerte y renacimiento que legitima la acción militar y el poder político. La lucha (de jugadores, astros o la pelota) puede representar el encuentro entre los gemelos (del Popol Vuh) y los dioses del inframundo. Este juego tuvo diversas variantes según la época y el lugar, por general se utilizaba una pelota hecha de caucho que se golpeaba con la cintura, las rodillas, los hombros y los codos.

Uno de los altares más importantes y hermosos del mundo maya es el Altar Q, de piedra esculpida que representa a los 16 gobernantes de Copán, mandado erigir por Yax Pac en el siglo VI.
Y el payaso de siempre.

Tras la visita, retornamos a el Florido en Guatemala, pasamos la noche en el mismo sitio y a la mañana temprano, emprendimos viaje al norte hasta las ruinas de Quiriguá.
De aquí en más, vayan acostumbrandose a ver piedras, porque quedan aún bastantes por visitar. Quirigúa, Tikal y de allí, a Belice para finalmente entrar en México e ir quedando al día con nuestros relatos.




Y hasta aquí llega el relato de hoy. Quejas y sugerencias a nuestra casilla de correos americaencitro@gmail.com o en este mismo blog. Hoy no les brindamos ninguna frase de Alberto, pero eso no significa que los vamos a dejar con las manos vacías. Justifiquemos el hecho de que hayan perdido tanto tiempo leyendo nuestras paparruchadas, con una frase del más grande de la filosofía griega: "El que no considera lo que tiene como la riqueza más grande, es desdichado, aunque sea dueño del mundo".

¿Adivinan de quien es la frase? Un poco de ayuda, ahí les va su retrato.

¡¡¡Arrivederci e buonafortuna!!!