martes, 9 de noviembre de 2010

Desaparecer del silencio

La tierra del suelo patrio, entendemos ahora, difícilmente sea para el pie, otra cosa que barro. Aterrizamos en nuestra multifacética Argentina tres semanas atrás. Y si bien no vamos a relatar nada de este regreso hasta no hacerle justicia a otras latitudes que antes nos han visto pasar, diremos que estamos felices de haber vuelto al fin.
Estas pocas palabras, persiguen si, el único fin de aparecer desde el silencio.
La Nave, tras navegar durante un mes, tocó tierra el pasado sábado en el puerto de Zàrate, al norte de Buenos Aires. Desafortunadamente, todavía no hemos podido reunirnos con ella, ya que primero debemos pagar una multa. Creo yo, que hay dos maneras de interpretar esta multa. Un tecnicismo rígido e insuperable que responde a una ley tonta. O un reclamo visceral de un sistema, al que le hemos vuelto la espalda durante casi tres años, y ahora que nos tiene de frente, nos cachetea impotente, enojado. Tal vez esa cachetada persigue el fin de devolvernos la gravedad, de arrastrarnos para abajo de regreso. Como si tres años de planeo fueran a desandarse y deshacerse, porque el viento se hizo brisa, y la brisa aire quieto. No, esta inercia que nos propulsa es ya inmensa, inagotable. A semejante altitud si se cae, no se termina con un hueso roto o una arritmia en el corazón. A semejante altitud, si se cae, se pierde la vida sin más. Por eso, debemos seguir planeando.
Y este cachetazo, responde a un amo más grande que el hombre. Responde a ese amo que el hombre se ha creado para si mismo. Y ni aún la buena predisposición de nuestros compatriotas logró salvarnos del todo de este golpe. Pero si podemos decir que con unos cuantos funcionarios colgando del enorme brazo del gigante, el cachetazo fue algo amortiguado.
Hace ya tres semanas que estamos en trámites con la Aduana y todavía no somos libres de sacar al Citro del puerto. 
Entenderán que entre la emoción que provoca reencontrarse con la familia, amigos y el suelo, y toda esta riña poco par con el gigante, la inspiración y las ganas de escribir, se haya escurrido de mis dedos.
Paciencia, no fue aquella la última publicación. Hay que darle a esta crónica de tres años, su merecido final y es justamente por eso, que todavía no lo tiene. Resta aún volver a atravezar México de una punta hasta la otra, tenemos que hablar de algunas cosas de esas que nos gusta hacer pasar por serias, y tenemos también, que subirnos de un salto, al increíble mundo de las nubes. 
Si todo sale bien, entre hoy y mañana, podremos recuperar la Nave. Todavía falta la definición del último round de la pelea.
Mientras tanto reciban de nuestra parte unas cuantas patadas ninjas en la quijada, tres llaves doble nelson y una afectuosa paralítica en el muslo izquierdo. Cariñosa y respetuosamente.
Los de Fuego.

¡Arrivederci e buonafortuna!