Días y noches turbulentas para "Los de Fuego". Aún en Bucaramanga, nuestro destino se mantiene incierto. La nave todavía desmembrada, reposa en el taller de Elí Blanco. Si bien falta mucho de lo sucedido en esta tierra, al menos queremos dejarles conocer lo que tiene que ver con la nave.
Antes de entrar al taller, en las calles bumanguesas, el Citro exhibe toda su gallardía.
No es que el motor hubiese dejado de rugir, por el contrario, cada vez rugía más fuerte y las posibilidades de romper algo nos empujaron a parar y echar una miradita. Elí Blanco, Rahan y la muchachada se están haciendo cargo todo, sin cobrarnos un solo peso. Muy grosos. Subimos al auto al segundo piso del taller y a sacar tornillos una vez más.
¡Que no se haga costumbre! Por tercera vez, nos toca ver a la nave descuajeringada. En primer plano, el motor yace inherte lejos de su elemento. Atrás, el citro se apresta para una larga siesta.
¡Todas las manos todas quieren ayudar! Al abrir el corazón de la nave nos encontramos con un cojinete de bancada del cigueñal destrozado en mil pedazos (si bien en la foto salió por demás agraciado). La parada técnica no podía ser más oportuna. Si seguíamos así, no íbamos a llegar mucho más lejos.
Tras el diagnóstico, nos pusimos en campaña para ver si fabricabamos o conseguíamos un cojinete. Imposible, repuestos de la nave no se encuentran en ningún lado excepto en Argentina, Los de Fuego empezaban a sentir un cosquilleo en el estómago y no era exactamente hambre. Finalmente se decidió pedir partes a la madre patria, pero como antes de salir invertimos nuestros últimos seis millones de pesos en cerveza de Antares, tocó que la famiglia de una mano. Más bien un brazo entero y parte del otro. Beto (Horacio) entra en acción, su inestimable y expeditiva ayuda junto a los consejos de Guillermo (mecánico y amigo con el que armamos la nave antes de la partida), y Alfredo (nuestro repuestero oficial y amigo), hicieron que los repuestos aparezcan pronto. Un ciguñal entero, árbol de levas, bomba de aceite y mil chucherías más estaban a punto de atravezar sudamérica, para llegar a nuestras manos, con la velocidad de un rayo. Los mails de Mirta aparecen cada unas cuantas horas para informarnos como va la cosa, todo marcha sobre ruedas. Enrique e Iris también aportan a la causa "americaencitro" de manera decisiva. Una semana más tarde...
La caja de Pandora llegaba para cubrirnos de renovadas esperanzas. Los niños festejaban correteando en las calles, las señoras del barrio se ponían sus mejores vestidos, estampados con infinitas flores de colores. Todo era algarabía, la siesta se interrumpía por los estruendos pirotécnicos, que no cesaron hasta bien entrada la madrugada. ¡Cuanta dicha, cuanta gloria! Cuan alegres rebotaban en el pecho nuestros corazones, otrora heridos de muerte. Finalmente la solución, la caja.
Cigueñal, árbol de levas y súbditos, descansaban adivinando que su quietud ya no duraría sino solo un instante. ¡Cuan lejos estaban de la verdad! La (como hemos dado en llamarle) "Desmesuradamente increíble, notable, descabellada, ingrata, submarina, inodora e incolora aventura de los indispensables repuestos argentinos" recién comenzaba a desarrollarse.
Ya con todo en mano, Faca acude raudo al taller y junto a Rahan y el block del motor se dirigen a la rectificadora. Una vez allí, nos dicen que el trabajo que nos habían prometido no puede hacerse ¡¿QUE?! Resulta que la rellenada del block marcado por el cojinete roto no es viable y necesitamos un cojinete más grande. ¡¡¡¿Y hasta ahora nos lo dicen?!!! Acaban de llegar los repuestos desde la ARGENTINA y no nos costaba nada pedir el cojinete nuevo en otra medida. Faca literalmente estalla en ira, una ira incontenible, con ganas de matar a medio mundo, masticando bronca, masticando impotencia y desilusión. En su cabeza, la idea del esfuerzo que los viejos hicieron para mandar todo esto rebota, crece, se agiganta y lo aplasta. Se recorren mil rectificadoras en vano, el desastre es total. ¿Cómo puede ser semejante falta de consideración, interés, profesionalidad, y sentido común? ¿cómo? Pues simplemente, fue.
Y el chistecito nos costó una semana entera más de estanqueidad. Entonces, aquello que deglutían Los de Fuego, por primera vez tenía un sabor amargo que no se quitaba con bebida espirituosa o conjuro alguno. El sabor de la incertidumbre, el fracaso y la rabia.
Las cosas no se ven con objetividad y suelen vencer a la voluntad y virtud del hombre, cuando a él es a quien aquejan los problemas. Todo se ve nuboso, oscuro y terrible. En la fácil todos somos capos, éste es el momento de mostrar entereza y madera de aventureros - Mirta dixit-. Cuanta verdad.
Nueva llamada a la Argentina, nuevas maniobras de Mirta, Enrique, Beto e Iris, y nuevos cojinetes en camino.
Nunca nada parecido nos había sucedido en este año y dos meses de viaje, livianos, serenos y malcriados por el cosmos, no estábamos acostumbrados a esta clase de vicisitudes. Acostumbrados al éxito, a ser recibidos en cada ciudad con carrozas esmeradamente adornadas y malabaristas que escupen fuego, ahora, debíamos hacerle un finta de potrero al aguacero. De hecho, hablando francamente no podemos ser más afortunados. Cuantos hay que amanecen en la calle, duermen sobre lo que haya, comen lo que haya (si es que hay), y viven marginados de todo y todos. Yendo de camino al taller cada día vemos al menos tres, y bajamos los pies a la tierra. Gente afortunada, eso es lo que somos. Nosotros tenemos la suerte y el privilegio de estar en el camino, a ellos les tocó la jodida, ellos quedan siempre a un costado. Dejando a un lado ese "pequeño" detalle, si seguíamos viaje con el motor así, lo más factible era que algo importante se rompiera en medio de la ruta ¿y ahí? Además la desmesuradamente increíble, notable, descabellada, ingrata, submarina, inodora e incolora aventura de los indispensables repuestos argentinos (DINDISIIAIRA), nos encontró cómodamente hospedados en la casa del Padre José Ramón García Gallardo. Lejos de impacientarse por nuestra exageradamente larga e invasiva estadía, el padre nos llenó las panzas, aclaró que nuestra estancia se prolongaría tanto como lo ameritasen los hechos y nos malcrió para alejar los oscuros nubarrones que sobre nosotros se cernían. ¿Que hubiera pasado si nos tocaba todo esto en carpa y rodeados de espectros mutantes del futuro? ¿Que pasaba si no encontrabamos a alguien de la generosidad de Elí? Las cosas siempre suceden por algo, siempre. ¡Pucha que es verdad! Y por algo suceden como suceden. ¿Como termina la historia?..... todavía no lo sabemos.
Muchos amigos e historias han quedado fuera de esta publicación. Pronto saldrán a la luz. Mientras tanto, queremos agradecer infinitamente al Padre José Ramón, al Padre Juan José, a Mirta, Iris, Beto y Quique, a Alfredo, Guille, Elí, Rahan (a este no tanto, por hinchapelot...), a Hernan, Ale, Fernando, Marieta, Mayo, Colo y resto de duendes mágicos no alados que nos escribieron o llamaron en estos días.
No salimos por no tener nada mejor que hacer. No salimos para abandonar a mitad de camino. No salimos a dar una vuelta en calesita. No salimos hechos ni derechos. No salimos seguros, tampoco acobardados. No salimos para desafiar a nada ni nadie. No salimos para demostrar, provocar, ni molestar. Nada de eso. Nunca imaginamos un viaje sin pruebas, pues entonces no podríamos crecer. No imaginamos un viaje sin escollos, pues no nos haría aprender. Un viaje cómodo boicotearía nuestras capacidades. Un viaje acomodado nos alejaría de aquellos destinos mágicos. América. De Ushuaia a Alaska. No a Bucaramanga, no a Tijuana, no a San Francisco. Alaska. Por eso sentimos que apenas empezamos. Viajamos convencidos, viajamos decididos. A veces creemos poder explicar nuestros motivos, la verdad es que los motivos nos exceden. Aquí estamos, creemos en lo que hacemos y sabemos que por algo nos lanzamos a la conquista del continente.
respiren, no todo está perdido. No mientras viva el hombre café.
Conejos ¡¡¡YUK PUNCHAGAMMA!!!