Desde Viedma, provincia de Río Negro hacemos nuestro primer contacto, no estaremos tan lejos como el Sputink ruso, pero las máquinas de este cyber nos recuerdan a la tecnología que se veía en las películas de ciencia ficción de los 80´s. Grandes botones rojos que parpadean por todos lados hasta dejarte ciego.
Empecemos por la salida. El caos fue absoluto, todo a las corridas, mucha gente pensando... se irán estos dos de una vez por todas? Nosotros corríamos en círculos como pollos sin cabeza y el citro estaba que tocaba el piso. Finalmente tomamos coraje, tiramos lo que quedaba al baúl, cerramos y huimos. A todos los que allí estuvieron; gracias miles. Ya estamos en el camino.
Bueno, el primer día fue... duro, muchas horas de manejo con 30 grados de calor, tras una despedida emotiva y sumamente entrópica. Llegamos a Monte Hermoso donde el chiste es que amanece y atardece en el mar, cosa única en nuestra tierra patria. El hecho es que no vimos ni el atardecer, ya que llegamos 23 minutos después de la desaparición del sol hinchado y rojo bajo la línea de horizonte; ni el amanecer, ya que nunca nadie se levanta tan temprano como para verlo (de hecho nosotros creemos que todo el tema es un mito). Que puede decirse de la noche en Monte Hermoso, lejos de ser apacible, fue horrorosa.
Cena: un paté de foie abierto a cuchilla con galletitas de salvado (sin comentarios).
Noticia: las bolsas de dormir se cayeron en algún lugar entre Playa de los Lobos y Monte Hermoso (el que las quiera las puede ir a buscar, tienen como un millón de km para revisar).
Noche cerrada:
23:45 a 00:30 familia en la carpa contigua haciendo vaya uno a saber que macumba, lo que si sabemos es que al menos tenían un gremilin adentro de la carpa y el ruido...... EL RUIDO!!!.
03:00 a 03:01 Moto manejada por el mismísimo demonio con caño de escape del infierno (potenciado).
05:38 a 05:48 sirena del destacamento de bomberos voluntarios de Monte Hermoso a todo dar, dale y dale a la manija loco aflojeeeeeen... que hay gente durmiendo!!!!!!
El día dos fue parecido salvo que en lugar de 30 hacían 35 grados en la ruta. El citro, impecable se deslizó como un bólido en llamas por el desierto hasta Carmen de Patagones.
Aquí todo empezó a tomar mejor color, acampamos en Viedma, nos duchamos, comimos unos regios fideitos y a dormir.
Hoy decidimos parar la bocha. Nos miramos a los ojos y nos dijimos: pare de sufrir. Nos quedamos en Viedma, mandamos una encomienda con varios kilos de regreso a casa, acomodamos todo y nos fuimos a chapotear al Río Negro. Santo remedio.
Mañana seguiremos viaje por el desierto patagónico hasta Puerto Pirámide en la Península de Valdés. Hasta no ver una orca morfándose un lobito en la costa, no seguimos viaje. 
La sensación de dejar a tanta gente querida, tanta cosa conocida, palpable y sin promesas de desmaterializarse o al menos desvanecerse in situ, es bien inquietante. Un mundo sin fronteras por descubrir, día tras día nos espera y eso llena al espíritu de brío, pero también de temor y ansiedad. 
Tanto la Peque como yo empezamos a sentir todo esto y, en medio de tanta incertidumbre, hay algo que se despega del plano y lo cubre todo sin excepción. La certeza de estar haciendo con nuestras vidas exactamente lo que queremos, sin dejar que los miedos (tanto propios como ajenos), los pareceres de los demás y el mundo de restricciones y trabas, que la cotidianeidad aparentemente nos inyecta día a día (o al menos día por medio) nos paralice o nos adormezca. Estamos muy felices y su compañía y su apoyo son el primer motivo de toda esta alegría.
A los viejos Quique, Beto, Mirta e Iris queremos decirles que sabemos lo difícil que es para ustedes ver que sus pichones se van de aventura tan alegremente, con lo que aparenta ser un nivel de inconsciencia a prueba de balas. Entendemos, pero no por eso dejamos de hacer lo nuestro, sepan que el amor que nos tenemos con la Peque es infinito, que nos vamos a cuidar mutuamente y que el creer tanto en nosotros nos da la fuerza para emprender este viaje sin miedo, pero con responsabilidad. No podemos permitir que los temores nos alejen de lo que la vida tiene para ofrecernos (eso se aplica a todos los órdenes de la misma). Ya se.... por ahí están pensando que nos fuimos un poco al caraj.... pero bueno, en cambio enorgullézcanse de haber criado hijos libres y con el valor suficiente para trazar camino.
A todos, amigos, padres, hermanos, cuidadores de coches, cabeceadores de pandulce y destapadores de calefones, les deseamos el mejor año y una vida llena de acontecimientos, alegrías, tristezas, revelaciones, incertidumbres, manjares divinos y como diría el filósofo contemporáneo Jano de La Vega TIEMPO, MUCHO TIEMPO. Después de todo eso es lo que la vida tiene reservado para nosotros.... ¿como los manejamos? ah.... eso ya depende de cada uno.
