La naturaleza se ha hechado a dormir. Solo se proyecta a través de rayos lumínicos que penetran las ventanillas vidriadas del citro. En el camino la vemos cerca pero inalcanzable, y la añoramos. Este ha sido tiempo de urbe. La caótica Potosí, con sus calles angostísimas, pendientes imposibles, plagada de humanos y humanos en coche, hizo gala de su carácter lejano. Hospedados por dos días en una habitación helada, nuestra estadía se asoció al "cuarto intermedio" que los mineros decretaron para el fin de semana. El lunes regresaba el bloqueo, así es que el domingo por la tarde dejamos la zona caliente, para ganar tierras de calma blanca hacia Sucre.
Las robustas puertas de la Casa de la Moneda tienen un solo inconveniente; se sienten frustradas por no conducir al país de Alicia.
Fuente en el patio central de la Casa de la Moneda. Habiendo recibido varios mails que osan desafiar a la gélida condición del altiplano, con apenas un insípido, insaboro e incoloro chifletín marplatense, nos vemos forzados a sostener nuestras palabras con pruebas irrefutables del ya citado "tornillo boliviano".
Potosí nos comenzó a encontrar cerca. Tomamos ritmo de ciudad, comimos sopa de maní, "milanesa" de pollo con arroz, papa y tomate y banana con "chocolate" por tan solo 10 bolivianos (menos de 5 pesos y de yapa viendo Tiburón II). La Casa de la Moneda es una visita imperdible, cuenta con el museo más completo de Bolivia (pinturas, numismática y hasta algo de arqueología). Además hay en el un cuadro llamado "La Virgen del Cerro" que es sencillamente hermoso. No ahondaremos mucho más en el asunto, pero aquellos que por Potosí pasen, puntualicen pronto paso por allí.
Y por supuesto fuimos a visitar al magnífico e inacabable Cerro Rico. Núcleo vital de la existencia de Potosí, ha soportado ya desde 1545 más de 450 años de explotación sostenida, y por sus venas aún corre plata. Sumaj Ocrko el "Cerro magnífico", da y quita todo a su capricho según dicen quienes merodean sus entrañas. Los tíos (diablos sepultados), son el nexo que mide la voluntad del hombre. Quién solo plata desea, tal vez solo plata obtenga. Cuatrocientos cincuenta años de trabajo que se mide en sudor, muerte y toneladas de plata. Los incas, pretendieron su metal brillante, y al tomarlo, oyeron un gran estruendo. La tierra tembló y se sacudió enferma de ira, entonces nunca más hubo mano que se atreviera a tocarlo. El nombre Potosí, hace alusión a aquel ruido violento, ronco y con voz de roca. Llegaron los conquistadores españoles, quienes nada querían saber de cantares de la tierra...... o de aquellos de otros hombres. Un puente de plata podría haberse hecho del Cerro Rico a Madrid. Otro de huesos, la misma distancia podría haber recorrido. Cruzando ambos el océano, buena medida de la ambición del hombre, hubieran dado. Hoy casi quinientos años después la forma de trabajar la mina, casi no ha cambiado. Maza, barreno, pala, pico, dinamita y ampollas en las manos. Pues, hay cosas que no cambian. El trabajo es trabajo, y el hombre sigue siendo hombre.
Los de fuego han visto ya el oscuro mundo de plata. Los pulmones muertos, los túneles diminutos, los tíos y los hombres estrechando manos en las profundidades del mundo. Nada tiene de entretenida la vista de la mina (a menos que resulte divertido ver hombres y niños buscando en la piedra, lo que jamás tendrán dentro ni fuera de la mina). Aún así al salir y ser fotografiados ellos sonríen. Ahora nos da un poquito de vergüenza, porque a veces no da para mostrar los dientes.
El maquinista de este trencito no es Mickey, pero si nos referimos a los motivos que lo mueven, no hay grandes distancias con los trenes del Magic Kingdom.
En Sucre, Bolivia ya nos había atrapado. La belleza de sus ciudades anárquicas, su ritmo desenfrenado, sus mercados que estallan en colores, aromas ( y a veces olores), gentes atropelladas y atropelladores, carne, oca, jugos, sonrisas, ceños fruncidos, wawas, bocinas y sabores, son vista de la buena. La vida boliviana no se esconde ni por un segundo, todo transcurre en la calle, cientos de puestos reemplazan a nuestros supermercados, cientos de turfis reemplazan a nuestros colectivos, las bocinas jamás dejan de sonar y la gente va de aquí para allá a toda prisa en un torbellino de humanidad.
Caos. Si la entropía es el estado evolucionado del universo, en la puerta del mercado central de Sucre, ya no queda un solo paso por dar hacia la perfección cósmica.
Un gorgojo se posa sobre ciertos granos de maíz y revienta en carcajadas pues ya ha burlado a las cholas, y a todos los demás también...... puede presumir un poco, porque todo lo que toca se pudre.
Una mujer ajena a ciertas actividades que implican doma de mandriles, sostiene a su wawita frente a una enorme puerta centenaria. Detiene el movimiento sin saber que es en vano. Fuerzas superiores le privan de la quietud. Aún sin haber indagado en la obra de Einstein, debe someterse a ella. Preferible eso, a tener que tomar un café con Arturo Puig.
Te veré en veinte años en televisión, cortada y aburrida... y a todo color.
La macana de los bancos de la plaza central de Sucre, es que siempre están copados por hombres invisibles.
Durante el día vende limones en el mercado. Por las noches se pasa horas encerrada jugando al Alone in the Dark.
Sucre es bellísima. "La ciudad blanca" no solo posee una arquitectura colonial, que le da más sabor que un cubito Knorr de crema y verdeo; su gente destila tranquilidad y si fuera un gusto de helado, sería crema del cielo. Estando en la calle, nos han invitado a comer pollo (El Oriental), nos invitaron a ver un espectáculo de danzas floklóricas (Orígenes), nos dieron hospedaje (primero José Cueto y luego nuestro socio Papín), la gente nos traía fruta, los lustrabotas nos daban comida (ranga), Papín llegaba con más sandwiches, y así. La generosidad del sucreño (si es que así se dice), es gorda y redonda como la voz de Lucciano (que en paz descanse).
¡Pensar que todo el mundo nos pedía que no pasemos por Sucre! ¡Hay bolonqui! ¡Les van a reventar el auto a patadas! ¡Siendo "blanquitos" están del lado equivocado!..... Creer en lo que se ve a través de una pantalla, o en un pedazo de papel, es tan errado como creer que la mayonesa no va bien en el guiso. No conocer Sucre y su gente hubiera sido el peor error, sin duda alguna.
Is this the real life? Is this just fantasy? Caught in a landslide, no escape from reality. Open your eyes, look up to the skies and see. I'm just a poor boy, I need no sympathy. Because I'm easy come, easy go, little high, little low. Any way the wind blows doesn't really matter to me, to me.
Papín, Andre, Adela, Jime, Lucho y Los de Fuego.
Eramos invencibles en el camino. El sol se escondía hinchado en envidia. El empedrado desafiaba pero no lograba tocarnos. Plenos de felicidad y libertad, nos movíamos livianos y fuertes. Hasta que... ¡Clanck! una de las varillas de suspensión dijo basta. Con el auto caído de lado y la oscuridad que ganaba cancha, decidimos aceptar la oferta para pernoctar en una casita del lugar. Agradecidos aceptamos a Teodosio un catre, como no entendíamos quechua, nos hablaba en un español con ciertas reservas. Por la noche, las pulgas y el terror de que un camión se lleve a la nave puesta, no nos permitieron cerrar un ojo. Seis treinta de la matina, el pastor evangélico con quién compartíamos habitación junto al menos tres chicos más, comenzó a cantar sus alabanzas al Señor (20 minutos y desafinadísimo). Arriba. A buscar mecánico a Totora. Fraude. 50 Bolis a la basura. Levantamos el auto con el criquet, le chantamos una cadena, un candado y a andar. 3 metros y ¡Clanck! el candado no soportó. Hartos, salimos andando con el auto caído. 5 minutos más tarde.... mhhhhhmmm... olor a quemado. Roce de la rueda contra el tubo de bajada de nafta. Arriba con el criquet nuevamente. Cadena y soga. Ahora sí, despacito y sin levantar la perdiz hicimos 150 km hasta llegar a Cochabamba.
Male come su sopa matinal. Morfable la enana.
Y ya en Cochabamba...
Lo atamo´ con alambre lo atamo´.
Confirmado; en Bolivia también hay pulgas.
Amasa la masa masacrándola. Más masa sobre la mesa, más morfi sobre la muela. Muestra su mejor mitad la mujer, mientras más mueve el palo de amasar. Morty, Morris y Merrel muelen manuscritos marxistas, más, lejos de nuestra vista. Muchos mocosos mastican masas minimalistas. Mueven místicos mares mojados, monjes monoteístas. Mientras más monitoerados, los mandriles mueren moralistas. ¡Ricas quedaron las galletitas!
Thamer, Carla y Los de Fuego contra el ejército de patas de pollo. Próximamente en los mejores cines.
Nothing really matters, anyone can see. Nothing really matters, nothing really matters to me....... any way the wind blows.
Bueno, debemos decir a esta altura, que Bolivia es un país maravilloso, e igualmente lo es su gente. ¿Será que las personas son personas en todos lados por igual? Solo podemos tener palabras de agradecimiento para con el país de las llamas (y hablando de llamas.. Oso, esta vez te las debemos). Por una América hermanada, americaencitro sigue rodando, pero por supuesto, antes de abandonarlos les dejaremos un consejo.
A todo aquel que no halla visto la última de Indiana Jones: no vamos a decirles que no la vean, solo les advertimos que en los primeros 10 minutos de la película aparece un extraterrestre y el legendario héroe se salva de una explosión nuclear adentro de una heladera. Saquen sus propias conclusiones y disfrútenla..... ¡Si pueden!
Besos, abrazos y cabezasos en los homoplatos! Los queremos mucho! Y los estuvimos extrañando también!!!
¡¡Ma si!! Oso, ahí te va tu llama.....

¡¡Arrivederci e buonafortuna!!